YO TAMBIÉN FUI DE LA BOHEMIA (I)


Yo libé por novedad, ¿y usted?
Recuerdo esos días cuando iba a las cantinas,
¡salud amigos!, -decía-,
pero esa no era salud.

Eduardo Luna Estrada


Muchos amigos tenía,
que al vicio enfermizo me empujaban,
cómo carro poseía paró de taxi,

pues, se volvió obligación que a cada quien
tenía que ir a dejar a su casa.
Los viajes muy bien, en medio de la borrachera
a diez kilómetros por hora conducía,
iba con tal prudencia,
que muchos policías que iban en sus patrullas
y a mi lado pasaban,
solo se sorprendían;
pero los particulares me decían:
iOjalá así manejaran todos! ,
nunca tuve un accidente.

Pero cuando llegaba a casa,
¡pobre mi madre!
Yo la perturbaba y mucho sufrió,
porque ella sabía
que era otra víctima de la cantina.

Cuando me acostaba
todo me importaba una pasa,
pero cuando llegaba el ataque del licor
todo se convertía en un horror;

el techo daba vueltas
y mi cabeza todo el control perdía,
luego era la cama la que giraba,
y mi cerebro se convertía
en un verdadero danzante girador.

Cerraba los ojos y era peor,
por fin, lentamente,
aquello poco a poco se detenía
 y un poco dormía.

Cuando me levantaba en la mañana,
a duras penas sabía cómo me llamaba,
venía la tan temida goma,
pero nunca me la quité,
porque sabía que si lo hacía
el gusto con más fuerza llegaría.
Pero un día cansado y hastiado
de tanto girar y gracias al ejemplo
de un buen amigo,
de un tajo me quité la novedad.

Para probarme a mí mismo,
sobre una mesa puse una botella…
llena de licor,
y durante muchos días,
me senté a vencer la tentación.