Las violaciones y agresiones sexuales son los delitos más denunciados en el Ministerio Público (MP), y las historias se vuelven más dramáticas cuando las víctimas son niños y niñas, agredidos por quienes debían resguardar su vida.
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La habitación estaba desordenada. La ropa, tirada en el suelo, y las sábanas corridas en una esquina de la cama. En una parte aislada, un cuerpo semidesnudo yacía sobre el suelo. Era Gia. Uno de sus párpados se había tornado de color verde, tan verde como la cinta atada con fuerza a su cuello, un cuello débil roto hacía atrás, y con un nudo de mariposa hacia el frente.
Un hombre gritaba que le urgía un médico para que hiciera una certificación de defunción. Cuatro doctores llegaron, la observaron y nadie quiso tocarla. También se presentaron fiscales del Ministerio Público (MP), agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), y personal del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif).
El hombre gritaba en tono histérico que nadie tocaría a su hija, a su Gia. Sacó a todos del lugar. Dentro se quedaron los hermanos y los abuelos de la niña, incrédulos y confundidos ante lo que veían.
“Nos avisaron que a Gia le había pasado algo, yo me imaginé que se había quemado o se había quebrado un brazo, pero nunca creí que la encontraría muerta”, relató Julio Farnes, esposo desde hace 15 años de Bernadette Recinos, abuela materna de Gia Karlotta Bernadette Barrios Pinott, una niña que nació en Quetzaltenango, y que murió cuando tenía 13 años.
Al iniciar las investigaciones todo parecía apuntar hacia un suicidio, pero el MP y Fundación Sobrevivientes manejan ahora una tesis diferente: La menor de edad fue asesinada. ¿El principal sospechoso? Su propio padre, Edgar Haroldo Barrios Cifuentes, conocido como “El Diablo”, quien actualmente enfrenta un segundo juicio por la muerte de su hija.
En el 2012 fue absuelto y puesto en libertad por el Tribunal de Sentencia de Quetzaltenango, que consideró que el MP dejó muchas dudas en el aire cuando intentaba acusarlo por la muerte de Gia, pero posteriormente una Sala de
Apelaciones ordenó que el debate debiera repetirse.
“NO SE LA LLEVE”
En el Tribunal Segundo de Femicidio y Violencia contra la Mujer, el pasado 29 de junio inició el segundo juicio en contra de Barrios. En el debate declararon los abuelos de Gia, quienes relataron que por decisión del acusado estuvieron mucho tiempo lejos de sus nietos.
En su declaración, la señora Recinos se remontó a hace casi 19 años, y testificó sobre cómo fue el día en que su hija abandonó la casa para irse con “El Diablo”.
“Él sabía muy bien que cuando conquistó y empezó una relación con mi hija ella era menor de edad, tenía 17 años. Yo le advertí que no lo hiciera, y lamentablemente en ese tiempo yo no tenía ni los medios económicos ni el apoyo moral de nadie para hacerlo, debí haberlo hecho, y en ese tiempo también la justicia no se aplicaba como ahora para defender a las mujeres”, relató.
Según indicó la abuela de Gia, a los pocos días de irse a vivir con Barrios, su hija, también llamada Bernadette, empezó a sufrir vejámenes; llegaba golpeada, con hambre, pidiéndole perdón por irse, y reconociendo que su madre había tenido razón.
En muchas ocasiones trataron de interponer denuncias en contra del señalado por las agresiones y violencia ejercida sobre Bernadette, sin embargo “le decían que no podían hacer nada por ella hasta que no llegara con sangre en el cuerpo, golpeada de tal manera que no pudiera hacer algo por ella”, dijo Recinos.
También explicó al tribunal que su hija le tenía “terror” a su conviviente y que por eso soportó los golpes y maltratos durante varios años, hasta que un día, cuando Gia tenía aproximadamente tres años, dejó la casa y se llevó a la niña y a sus otros dos hijos, Jaime y Miguel (nombres ficticios).
Sin embargo, el individuo que ahora enfrenta juicio, tras insistir durante un tiempo, logró llevarse a los niños, asegurándole que tenía las capacidades económicas para darles lo mejor y todo lo que merecían. La madre de Gia no tenía como sostenerlos, aseguró Recinos, por lo que finalmente accedió a que su esposo cuidara de los menores.
De acuerdo con el Observatorio de Violencia Sexual y Femicidio en Guatemala, cuando Gia cumplió 10 años, fue separada de sus hermanos. El mayor, Jaime, se habría ido a estudiar a San Marcos a una escuela militar, y el otro, Miguel, logró ir a vivir con su abuelita. Desde entonces Gia se quedó viviendo sola con su padre.
DOMINGO FATAL
“Estábamos almorzando en la casa, eran como las tres de la tarde”, recordó la señora Recinos. Era 12 de junio del año 2011, un domingo que transcurría normal. Ese día Miguel, que vivía en casa de sus abuelos, recibió una llamada de su Jaime, quien le informó que su hermanita Gia había tenido un accidente.
Cuando declaró ante el Tribunal, Julio Farnes, abuelo político de los menores de edad, indicó que al recibir esa llamada salió junto con Miguel rumbo a la residencia del padre de los niños.
“Como tres cuadras antes de llegar a la casa yo le dije a Miguel: Mirá, puede ser una quemadura, una fractura, pero decímelo aquí para que lo hagamos todo más ligero. Nunca me imaginé que a la niña la íbamos a encontrar muerta”, manifestó.
En ese momento Barrios se encontraba exaltado, pidiéndole a gritos a Farnes que moviera a la pequeña de lugar, pero éste se negó por sospechar de la situación.
El padre de Gia con premura empezó a buscar un médico para obtener un certificado de defunción. Según las investigaciones, trataba de alterar la escena del crimen, y evitar que el caso fuera investigado.
A distancia y adolorido, Farnes la observaba, según declaró ante el Tribunal. Se acercó y se agachó frente al cuerpo de la pequeña. “Ella se veía con sus manos engarrotadas, eso pasa cuando alguien lucha por su vida. Miraba yo que el cuarto parecía como que pasó una batalla campal. Su cuerpo estaba en el suelo de este a oeste. Podré ser viejo, pero no soy tonto”, indicó con la voz entrecortada y agregó que cuestionó la posición del cuerpo de Gia cuando la encontraron muerta.
Incluso relató que la televisión estaba encendida, puesta en un canal con caricaturas, y que cerca de su nieta no había ningún juguete, solo tenía una toalla sobre la cabeza, y estaba totalmente desnuda, medio tapada con otra toalla.
“Nunca creí que estaría muerta” repitió y recordó que en algún momento Barrios se exaltó y dijo: “Aquí van a tronar los balazos”. Farnes también relató que en el velorio y entierro de la niña, su padre no expresó ninguna emoción de tristeza, sino todo lo contrario, “parecía que estaba en su graduación, saludó a todo el mundo y les dio la mano; no tuvo ningún acto de pena”.
“NO QUERÍA MORIR”
Durante su declaración ante el Tribunal, la abuela de Gia manifestó que su nieta no quería morir. Recinos relató que seis días antes de su muerte, cumplió 13 años. Le obsequió una pijama y un jabón en gel con olor a frutas.
Según relató uno de los hermanos de Gia, la llamó porque la niña quería saber cómo se usaba el gel, “estaba ilusionada con el regalo. No quería morir”, señaló.
Momentos después fue que entró la llamada de Miguel, avisando sobre el accidente que habría sufrido Gia. Cuando supo que su nieta había muerto, señaló que no sabía qué pensar…
AMARRADA
Jorge Gramajo, investigador a cargo del caso, informó que el cadáver de Gia se encontraba en un “walking closet”, suspendida, amarrada del cuello con una cinta verde.
“Cuando la quitan y la sacan Barrios empieza a llamar a médicos para que le certificaran como una muerte natural. Cuando ven todos los rasgos y las circunstancias en las que se encontraba la menor accedió, pues habían rasgos de violencia y que era una muerte médico legal y que necesitaban realizar una necropsia”, explicó.
Gramajo acotó que por las características del caso, intentan probar en debate que la muerte de la niña no fue un suicidio sino un femicidio.
“Cada uno de los elementos llevan a la convicción de que ella, por sí misma era imposible que se colgara de una estantería que era de casi de su tamaño; aparte de eso, las marcas en su cuello no eran de una suspensión directa, es decir, para arriba. El círculo excoriado en el cuerpo era hacia atrás, y eso hace pensar que la asesinaron y posteriormente la colgaron para hacer pensar que había sido un suicidio”, refirió.
Por otro lado aseveró que según las pesquisas, la única persona que tenía las razones suficientes y necesarias para mantener callada a Gia, era su papá.
Durante las investigaciones del caso fueron hallados cuatro diarios que pertenecieron a Gia. Un estudio grafológico determinó que la niña era víctima de violencia psicológica y sexual de forma continuada. Según los fiscales, en una de las libretas la menor escribió: “Yo creí que mi papá era bueno, pero creo que no, es un diablo”.
Al momento de cierre de edición de este reportaje, el juicio en contra de Barrios continuaba diligenciándose; la abogada defensora así como el procesado se negaron a dar declaraciones. El Tribunal que conoce el debate aún no escuchaba las pruebas de descargo del señalado.
Problema recurrente
Norma Cruz, directora de Fundación Sobrevivientes, indicó que las agresiones sexuales por parte de familiares contra menores de edad, es una situación más común de lo que se cree.
“Esa parte nos preocupa porque tenemos abuelitos, papás, cuñados, tíos, hermanos, padrastros, casos incluso de abuelitas mujeres, que abusan sexualmente contra los niños”, refirió.
También dijo que de diez casos de violencia sexual, tres se dan dentro del seno familiar.
Cruz refirió que para evitar este tipo de situaciones las familias deben estar en actitud de alerta, ante cualquier eventualidad que se dé en el comportamiento de los niños y su contexto.
“Enseñarles siempre a los niños y niñas que nadie debe tocarlos, así sea su papá, sus abuelos…sus partes íntimas no deben tocárselas y si se da, hay que enseñarles a los niños que deben contárselo a un adulto, sin miedo”, explicó.
Por otro lado, refirió que hay que prestar atención al estado emocional de los niños y niñas en todo momento, puesto que alguien que sufrió abusos tiende a pasar de una actitud sociable y comunicativa, a dejar de hablar y a esconderse.
“Hay también aquellas criaturas que empiezan a tener una conducta agresiva, y hay pequeños que ya presentan una actitud sexualizada, es decir, que reproducen los abusos de los que son víctimas, hay que estar atentos”, enfatizó.
OTROS CASOS
Un gran números de casos de agresión sexual contra menores de edad, tiene como consecuencia embarazos, donde las víctimas aparte del daño que sufrieron también deben hacerse cargo de un bebé.
Según Mirna Montenegro, secretaria técnica del Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (OSAR) no todos los casos concluyen en embarazos, explicó que el año pasado se registraron 4 mil 222 partos en niñas entre los 10 y los 14 años, esto representa la magnitud del problema.
“Lo que hemos visto al levantar las historias de estas niñas que resultan embarazadas, es que también su hermana fue violada, su prima; es decir que es una violencia permanente, presente en todos los miembros de la familia, porque también se abusa de los niños”, manifestó.
Por la cultura patriarcal y machista del país, Montenegro señaló que los casos de niños se denuncian menos, no obstante, están presentes.
“Este no es un fenómenos nuevo, siempre ha existido en Guatemala; lo que tenemos ahora es que hay un mayor conocimiento de la sociedad, una mayor intervención de las instituciones del Estado, con atención integral a los embarazos en menores de 14 años, donde de una vez se hace la denuncia”, resaltó.
Montenegro reconoció que el problema no tiene una solución inmediata, porque se habla de patrones de crianza, actitudes y condiciones de género; sin embargo, reconoció que Guatemala cuenta con un marco legal que protege los derechos de los niños y niñas, y que con coordinación de las entidades pueden significar pasos en esta situación.
ORGANISMO JUDICIAL
Estadísticas del Centro Nacional de Análisis y Documentación del Organismo Judicial (Cenadoj), reportan que entre el año 2012 y los primeros 5 meses del 2013, a los órganos jurisdiccionales de todo el país ingresaron 4 mil 189 procesos por los delitos de violencia y agresión sexual, de los cuales 700 fueron resueltos.
Dicha cifra representa un 17 por ciento de efectividad en la resolución de la causas por este tipo de ilícitos; no obstante, el restante 83 por ciento continúa en la impunidad.
Según los datos, el delito de violación es el que más casos registra, con 2 mil 374 expedientes en tramitación, mientras que por violación con agravación de la pena se reportan 649 procesos, y por agresión sexual con agravación de la pena han ingresado 966 causas penales.
De las 700 sentencias emitidas por los Tribunales, 495 fueron de carácter condenatorio.
INACIF
Cifras de evaluaciones clínicas relacionadas con delitos de violaciones sexuales desde enero del 2012 a agosto del 2013, han examinado a 7 mil 816 víctimas de dicho acto ilícito.
En el 2012, 3 mil 575 fueron mujeres y 800 hombres; mientras que en el 2013 van 3 mil 68 evaluaciones en féminas y 375 varones.
La acusación
Jorge Gramajo, investigador del caso por la muerte Gia Barrios Pinnot, explicó que Edgar Haroldo Barrios Cifuentes enfrenta juicio por el delito de femicidio y once ilícitos de carácter sexual, donde figura abusos deshonestos en forma continuada, hasta violación con agravación de la pena. Además informó que es señalado por disparar contra sus otros dos hijos, luego de salir absuelto del primer debate en su contra, donde los hermanos de la víctima también declararon los abusos que también sufrieron.
Niña de Fraijanes
El 30 de agosto el Juzgado de Turno de Femicidio ligó a proceso a Rafael González Gil, de 60 años, quien fue capturado por ser el presunto responsable de la muerte de la niña María Alejandra Oseida Vásquez, de 10 años, hecho ocurrido el pasado 18 de julio en Fraijanes. González fue enviado a prisión preventiva por la supuesta comisión de los delitos de asesinato y violación con agravación de la pena. Fundación Sobrevivientes acompaña el caso, e informó que el señalado es tío del padre de la menor.
Julio Farnes