Yiwu, capital de la «Ruta de la Seda»


Un empleado de restaurante camina cerca de un negocio de seda en Yiwu. FOTO LA HORA: AFP PHILIPPE LOPEZ

El olor de los narguiles se mezcla con el de la carne de cordero asada en el restaurante árabe de Yiwu, principal mercado mayorista chino donde los mercaderes de Oriente Medio están reviviendo la «Ruta de la Seda» a la hora del «Made in China».


Ubicada 300 km al sur de Shanghai, esta ciudad de dos millones de habitantes atrae en forma anual a más de 200 mil comerciantes árabes.

«China se vuelve cada vez más fácil, la gente que no habla chino ni inglés pueden venir aquí­ ahora», afirma Ashraf Shahabi, de 29 años, propietario de Al Arabi, uno de los numerosos restaurantes árabes de Yiwu.

Si Estados Unidos y Europa reforzaron los controles para el ingreso de personas procedentes de los paí­ses árabes tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, China ha facilitado la obtención de visados, explica Ben Simpfendorfer, economista en jefe del Royal Bank of Scotland en China.

Los responsables de Yiwu han ido incluso más lejos, y para promover su inmenso mercado mayorista han apoyado la apertura de una mezquita y escuelas para la comunidad árabe, estimada en 3 mil residentes permanentes.

Shahabi ha sido testigo de esta evolución, ya que partió de Jordania en 2002 para trabajar en el restaurante de su tí­o, uno de los raros establecimientos de ese tipo en Yiwu en aquel momento.

El joven aprendió mandarí­n, comenzó a hacer negocios y se casó con una china, que se convirtió al Islam.

Los afganos fueron los primeros en instalarse en esta ciudad para huir de la guerra civil en su paí­s, seguidos de los iraquí­es tras la invasión norteamericana.

Según Shahabi, los ví­nculos entre las dos regiones se han reforzado en los últimos años.

«La explicación es Futian», dice, señalando el célebre mercado mayorista de Yiwu.

«Es el mercado más grande del mundo. La calidad no es muy buena, pero los precios son muy interesantes», subraya.

El mercado de Futian es una verdadera ciudad, con una superficie de cuatro millones de m2.

Según los responsables de la municipalidad de Yiwu, se necesitarí­a un año para visitar los más de 62 mil negocios, y esto si no se pierde más de tres minutos en cada uno de ellos.

En el mercado se venden más de 1,7 millones de productos en forma anual, desde mochilas para niños hasta bienes electrónicos, entre ellos imitaciones de iPods.

«Es un paí­s en sí­ mismo», indica Bashar Wehebe, un comerciante libanés, que espera para mirar un modelo de pequeña cuchara.

Yiwu apuesta a la multitud de pequeños comerciantes como Wehebe en lugar de los grandes distribuidores como Carrefour o Wal-Mart, incluso si estos últimos compran cien veces más.

Con 28 años, Wahebe llegó por primera vez a Yiwu cinco meses atrás y ya ha regresado en dos ocasiones.

Esta vez, Wahebe prevé llenar tres contenedores con hasta 500 artí­culos diferentes.

Un papel muy importante queda en manos de los guí­as y traductores chinos que hacen las veces de intermediarios.

Cuando reclutan, más del 60% de los comerciantes chinos de Yiwu piden competencias en árabe, según una encuesta publicada el año pasado por un diario local.