Yemen se convirtió en la segunda base de Al Qaeda en el mundo, detrás de la zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán, como lo demostró el frustrado atentado del pasado viernes contra un avión estadounidense, aseguraron analistas este martes.
El frustrado atentado, reivindicado el lunes por Al Qaeda en Yemen, también dejó claro que dicha red extremista es capaz de lanzar operaciones en el exterior pese a los recientes ataques contra sus bases.
Las autoridades yemeníes, pese a las presiones de Estados Unidos y de Arabia Saudita, han dejado relativamente tranquila durante años a Al Qaeda de la Península Arábica (AQAP), liderada por radicales yemeníes y saudíes, dijeron los analistas.
Las fuerzas del país, que se enfrenta a dos rebeliones, una en el norte y otra en el sur, y a tribus tradicionalmente armadas, tienen además problemas para controlar su inmenso territorio.
La tentativa del joven nigeriano de 23 años, Umar Faruk Abdulmutalab, de activar un explosivo en un avión estadounidense el día de Navidad es sólo la última de las acciones atribuidas a la rama AQAP de ataques este año.
Los responsables de seguridad estadounidenses indicaron a la prensa esta semana que Abdulmutalab podría haberse entrenado con Al Qaeda en Yemen.
Esta tentativa ocurre cuatro meses después de un ataque suicida contra el responsable de la lucha antiterrorista en Arabia Saudita, el príncipe Mohamed ben Nayeg, que resultó levemente herido.
«El incidente en el avión estadounidense muestra que el grupo es capaz de planificar y de llevar a cabo operaciones en el extranjero», afirma Riad Kahwaji, director del instituto de Análisis Militar para Oriente Medio y el Golfo de Dubai.
«También nos indica que Al Qaeda, que se está descentralizando desde hace años, se ha instalado en Yemen», añade.
Al Qaeda se dio a conocer en Yemen con el ataque suicida en octubre de 2000 contra el buque militar USS Cole en el puerto Adén que mató a 17 personas. Tras numerosas operaciones en el país, el grupo se mantuvo discreto entre 2003 y 2007.
«Parece ser que hubo una tregua no declarada entre este grupo y las autoridades» con la condición de que no se atacaran objetivos nacionales, indicó Kahwaji.
Sin embargo, Al Qaida reivindicó una serie de atentados contra turistas occidentales entre julio de 2007 y enero de 2008. En marzo de 2008, atacó la embajada estadounidense en Saná y mató a dos personas.
La red se reforzó tras la fusión de las ramas yemení y saudita, en enero de 2009, para formar Al Qaida de la Península Arábica. Consideró a Arabia Saudita, aliado de Estados Unidos, como su principal enemigo ideológico y planificó ahí numerosas operaciones, a las que Riad respondió con detenciones e incautaciones de armas.
«Esto demuestra hasta qué punto Al Qaeda puede suponer un peligro para Arabia Saudita», apunta el portavoz del ministerio del interior saudita, el general Mansur al Turki, quien destaca que «la frontera es casi de 1.800 km, con montañas y desiertos» y por lo tanto «difícil de controlar».
La táctica ahora ha cambiado con una coordinación entre Saná, Washington y Riad, estima Kahwaji.
«Se ha abierto un frente activo contra el grupo en Yemen», explica, cuando según la prensa estadounidense, especialistas estadounidenses de la lucha antiterrorista entrenan desde hace meses a las fuerzas yemeníes.