Ya voy llegando…


Nuestra formación judeo cristiana hace que dentro de nuestras tradiciones esté la celebración del Dí­a de Todos los Santos y el Dí­a de Difuntos, fechas en que el pueblo de Guatemala recuerda, honra, y visita a quienes nos antecedieron en la vida terrenal.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Dentro de la tradición, también está el comer y confeccionar determinados alimentos. El fiambre, el dulce de ayote, los jocotes en miel, platillos que se elaboran previamente para así­ no tener que cocinar en esas fechas.

En los distintos pueblos que integran nuestra nacionalidad, hay diferentes e interesantes costumbres. La elevación y vuelo de los enormes barriletes a través de los cuales enviamos mensajes hacia nuestros deudos; el limpiar y adornar las tumbas, el consumir y compartir alimentos y bebidas con quienes ya no están presentes.

Muchos de nosotros sabemos que el tiempo se acerca y como bien dijera su excelencia Rodolfo Cardenal Quezada Toruño, quienes nos encontramos en la tercera edad sabemos que la muerte es una amiga, que todos los dí­as nos acompaña y en cualquier dí­a nos puede visitar.

Como lo hací­an mis padres en sus últimos años de vida, leo las esquelas de quienes parten. Recientemente, vi partir a algunos de mis maestros y mis contemporáneos. Dependiendo de su familia, su estatus económico, su estatus social es el número de esquelas que se publican en los medios de comunicación social, hecho que me hace reflexionar sobre la inversión que ellas implican.

Es interesante ver que en paí­ses como Chile, en lugar de invertir significativos recursos en esquelas, la obra social creada por el sacerdote jesuita Alberto Hurtado Cruchaga, quien fundara «El hogar de Cristo» ha sustituido esa práctica y esa costumbre por algo más cristiano y por consiguiente digno de imitar.

En ese paí­s, las esquelas y muchos de los arreglos florales se sustituyen por una donación a las obras sociales que desarrolla esta institución, el monto es variable y se puede hacer en supermercados, en oficinas de esa entidad, en todo el territorio de Chile.

A cambio de la donación, quien la hace recibe una linda tarjeta ilustrada con una imagen piadosa para enviar a los deudos. A esta tarjeta se le llama «Corona de Caridad», en su redacción se hace constar que en memoria, en recuerdo, en manifestación de cariño y solidaridad por quien ha partido a presentarse ante nuestro Creador, el amigo, el familiar ha donado determinada cantidad de recursos para que con los mismos se haga obra social, como una muestra de cariño y solidaridad a los más necesitados en nombre del amigo o deudo que pasó a formar parte del más allá.

La iglesia Católica y la cristiana evangélica podrí­an considerar establecer una fundación que, inclusive, podrí­a adoptar el nombre de Hogar de Cristo y permitir que quienes lo estimen conveniente utilicen este procedimiento para manifestar su sentimiento de cariño, de pésame y de solidaridad hacia la familia del pariente o amigo que ha partido.

Estimo que serí­an varias las personas, incluyéndome, que nos sentirí­amos agradados y reconocidos si al momento de nuestra partida, la mayor parte de los recursos que pudieran erogarse en flores o esquelas, se convirtieran en coronas de caridad, logrando con este concepto que nuestro prójimo, los más necesitados de la sociedad, recibieran en nuestro nombre un aporte material que perdurarí­a más en el recuerdo de la familia de nuestros deudos que las flores que rápidamente se marchitan o las esquelas que aparecen y desaparecen en tan corto lapso de tiempo.