Ya subió


Estribillo causante de natural reacción de molestia e inconformidad al comprador en alto grado. Referente a la descomunal escalada de precios de productos, bienes y servicios. En tanto que de no oculta satisfacción del vendedor, mucho más del propietario o empresario, a propósito de la relación de compraventa.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Dicha expresión que sirve de tí­tulo a los presentes renglones presenta actualmente una verdadera explosión, a la espera de revertirse, al menos en ilusión. Los bolsillos quedan vací­os al instante y el presupuesto familiar hogareño entra también en déficit enorme, desconsolado queda el colectivo de consiguiente.

í‰l ya subió a flor de labio en depósitos grandes negocios y pequeños en su monta, provoca negros presagios, sin asomo de duda ni alternativa. Nos encontramos en una economí­a en quiebra. Mientras que los iconos del consumismo suelen llevar a cabo el constante cambio de etiquetas de precio a toda la mercancí­a.

¡Ah! palabras que estremecen por igual a la población de estratos sociales medios, bajos y pobres de solemnidad con tabla rasa. Las dos palabras bastan y sobran para generar sacudidas ingratas, cruzados pensamientos del inmediato estado de ánimo, equivalente a la temible desolación, similar a una piedra en el zapato.

Quienes las dicen, justo en la frase: «Ya subió», parece ser que actúan bajo órdenes terminantes e inflexibles. Pero a veces ocurre en distinta dirección, o sea de mutuo propio, en aras de algún mecanismo psicológico de defensa con quien no se las debe, sino con quien se las paga.

Sin descartar tampoco el insólito caso de representar un rol de victimarios rí­os en contra de Juan Pueblo. Por lo tanto contribuyen a sumir más y más al colectivo en la crisis económica que afecta al paí­s, por el encarecimiento del petróleo y los alimentos. Distante de enrolarse en el protagonismo de sentido social.

Mediante el fatí­dico: ya subió, dondequiera es un indicador del sabido hecho consistente en que lo que sube, ya no baja, así­ se muera de hambre la gente. Si tal cosa sucede equivale por supuesto, a ver habitantes de otra galaxia, situación sólo en fantasí­a o pelí­culas de ciencia ficción.

En otro orden de ideas, cierto es como una mayorí­a aprovecha la ocasión atí­pica a efecto de navegar en el rí­o turbulento y dañino de la especulación. A eso y más se debe el visible gozo de revanchismo puesto en práctica en los actuales tiempos de vacas flacas, en contra directa de la clientela obligada.

Qué fácil resulta ahora exclamar con toda desfachatez él: ya subió. Atenidos que nada ni nadie ejerce mecanismos de control en relación al caso. Así­ sea Ministerio de Economí­a, Diaco y cuantas dependencias deben actuar en la procura del bien común, a la postre meras letras muertas.

Ya subió significa para la industria y comercio en sus diversa modalidades una auténtica soga al cuello al consumidor. Sin embargo, constituye una justificación de su parte, donde escudan intereses mezquinos en grande y según ellos los exime de responsabilidad. No hay derecho, señores del jurado.

Finalmente pregunto ¿Será posible que las autoridades inmersas en el candente tema convertido en problema mayúsculo se sigan haciendo de la vista gorda? Ojalá alguna vez sea hermosa realidad decir: ya subió la calidad de vida de los guatemaltecos. Y de consiguiente puedan salir del atolladero donde están.