Como ya lo han hecho varios de sus vecinos europeos, a partir del 1 de enero será totalmente ilegal fumar en bares, cafés y restaurantes de Francia, culminando así 30 años de esfuerzos para luchar contra el tabaquismo, que provoca más de 70 mil víctimas por año.
A partir del primer minuto de 2008, los 13 millones y medio de franceses que fuman deberán abstenerse de hacerlo en todos los sitios públicos cerrados so pena de ser castigados con fuertes multas.
Los fumadores que quisieran ignorar la nueva legislación se exponen a una multa de hasta 450 euros (675 dólares). La sanción financiera puede llegar a 750 euros (1.125 dólares) para los dueños de establecimientos que no hagan respetar la nueva disposición.
En los transportes, empresas, establecimientos escolares y hospitales del país ya estaba terminantemente prohibido fumar desde febrero de 2007.
La ministra francesa de Salud, Roselyne Bachelot, explicó que la finalidad de la medida consiste en evitar las 66.000 muertes anuales por enfermedades derivadas del tabaquismo más otros 5.000 fumadores pasivos.
A fin de facilitar la lucha contra el tabaquismo, el gobierno ha previsto asumir parte del tratamiento para dejar de fumar y lanzará al mismo tiempo una intensa campaña publicitaria para advertir sobre los riesgos del tabaco.
De esta manera, a los fumadores que desde febrero se agrupaban en la calle a la entrada de los edificios de oficinas o comercios, se unirán quienes hasta ahora lo hacían en las zonas reservadas de cafés, bares o restaurantes (cuando existían).
Las únicas excepciones a esta regla podrán darse en las terrazas abiertas de los cafés o cuando haya instaladas locales especiales para fumadores dentro de los establecimientos. Esa medida parece difícil de aplicar, debido a complicaciones reglamentarias y al elevado costo de las instalaciones.
Frente a estas nuevas restricciones, los comerciantes que en Francia tienen una licencia especial para vender tabaco han reaccionado airadamente y solicitado derogaciones.
Del mismo tono ha sido la reacción de los propietarios de salones de narguile, muy a la moda en los últimos años en las grandes ciudades francesas, los que anunciaron «atacarán el decreto en cuanto sea aplicado».
Los dueños de restaurantes se encuentran divididos.
Algunos consideran que provocará una catástrofe, pues los fumadores dejarán de frecuentar estos establecimientos.
Por el contrario, otros piensan que la disminución de clientes fumadores será ampliamente compensada por los no fumadores.
La prohibición de fumar en los lugares públicos, que hace apenas unos años era difícil de imaginar, parece haber sido aceptada por la población.
Según un sondeo hecho en febrero pasado, cuando comenzaron a aplicarse las primeras restricciones, un 86% de los franceses son favorables a la limitación del consumo en lugares públicos.
La medida ha provocado algunas iniciativas originales, como las de una sociedad de casinos que distribuirá chupetes para calmar la falta de nicotina de sus clientes, e incluso propondrán narguilés con oxígeno, con «efecto levemente euforizante».