El pasado martes inició en la televisión por cable la apasionante serie de documentales muy bien hechos, relacionados con el inmenso cosmos que nos rodea, y que es un homenaje a pensadores como Giordano Bruno y Carl Sagan, entre otros.
Resulta ser que la información sobre las nuevas investigaciones en torno al cosmos nos viene día con día. Por ejemplo, National Geographic ha publicado esta semana los resultados del equipo del Harvard Smithsonian Center for Astrophysics en Massachusetts, que luego de estar investigando en la Antártida ha reconfirmado la Teoría del Big Bang.
Según lo reporta el astrofísico Clement Pryke de la Universidad de Minnesota en Minneapolis, y miembro del equipo, las complejas investigaciones llevadas a cabo confirman que el cosmos creció a grandísimas dimensiones en trillonadas de segundo.
“Estamos plenamente convencidos que los resultados son fiables” afirma el experto de la teoría de la “inflación” del universo. Además, luego de cien años de investigaciones, esos resultados contribuyen a medir la edad del universo, que sería de 13.82 billones de años.
Los experimentos se basan en complejos cálculos y el uso de sofisticada tecnología, que estudia la llamada “cosmic microwave background”, que es la onda cósmica de calor que ha quedado desde el origen del universo.
El equipo descansó en tecnología instalada en la Antártida, plena de telescopios superespecializados, que detectaron las ondas cósmicas dejadas en el ancho y ajeno ambiente estelar. Es pues una indagación clave para nosotros los mortales y nuestro concepto de Tiempo y Espacio.
Los avances de la ciencia son sorprendentes, y provocan la admiración en relación al aporte de las universidades y la academia, lo que nos hace admirar más a Copérnico, Bruno, Galileo y otros genios, que en su tiempo fueron algunos llevados a la hoguera por pregonar que “nosotros no somos el centro del Universo”.
El descubrimiento ha sido de tales dimensiones que el Físico Marc Kamionkowski, de la John Hopkins University, ha dicho que es como la “smoking gun” de la teoría de la inflación del universo, término éste utilizado por los angloparlantes para concluir sobre una evidencia contundente de algún evento importante.
Para nosotros los mortales, y quienes trabajamos en temas estratégicos, estudios para el futuro y dimensiones que incorporan los ambientes externos de las organizaciones, el uso de las cifras y postulados del Big Bang no nos dejan más que exclamaciones de humildad que muestran lo pequeño que somos, no sólo como miembros de un planeta más, entre cientos de planetas iguales, sino incluso como miembros de una Vía Láctea que no es más que un microcosmos en el espacio estelar.
Las cifras son tan grandes y pequeñas a la vez, que los astrofísicos nos están demostrando que el Big Bang no duró más que una millonada de una trillonada, de trillonadas (within the first millionth of a trillionth of a trillionth of a second) de un segundo en la existencia del universo.
Nos preguntarnos si nuestro caótico sistema educativo está recolectando estas indagaciones para trasladarlas a los jóvenes. Y es que si ansiamos la cacareada “competitividad” la ciencia debiera estar al servicio de la sociedad. De lo contrario seguiremos con los fantasmas del atraso social que padecemos.