¿Y no que el señor Presidente decí­a que no habí­a problema, pues?


Verdaderamente, ¿qué le pasará a este muchacho ?para mí­ es «un muchacho», si no «un muchachito», por no decir «un niño»? y, a su «equipo de gobierno»?… ¿Serán realmente tontitos o se hacen? Prefiero pensar eso a que en la realidad son una recua de pí­caros. Me resisto a creer eso, pero es que lo que estamos viendo en estos tiempos, no le dejan a uno muchas opciones. Conocemos sobre quienes son sus progenitores y sus familias: gentes honorables. Pero, ¿qué les ha pasado a estos vástagos? No se puede decir aquello de «que de tal palo, tal astilla» porque no encaja en sus casos. En todo caso, desafortunadamente, con los ejemplos que nos están dando y a los jóvenes y niños que están presenciando este desastre moral que están protagonizando estos caballeretes, ¡Dios no lo quiera que sus descendientes no se vayan a ver entusiasmados a seguir los pasos que les están marcando estos mal portados de sus «papaí­tos» o «tií­tos» o el parentesco que sea!

Antonio Sandoval Martí­nez

Para comenzar, yo que ignoro los vericuetos e intrí­ngulis de la Banca, comencé a notar algo raro cuando comenzaron a escasear los billetes de banco de las más pequeñas denominaciones que existí­an aquí­ en Guatemala y los que le daban a uno en los bancos del sistema eran verdaderamente una porquerí­a asquerosa, que les comentaba yo con más frecuencia que la deseable a los pobres cajeros que tení­an que estar manipulándolos todos los santos dí­as de Dios, que verdaderamente yo no querrí­a estar en sus zapatos tocando esas porquerí­as y que qué dirí­an los turistas que visitaban nuestra bella tierra y se les ofrecí­a semejante basura asquerosa que en cualquier paí­s del mundo, serí­a verdaderamente vergonzoso para sus gobiernos que estuvieran en circulación billetes semejantes. Los pobres, que no tení­an la culpa de que sus superiores no se quejasen ante la Banca Central ?el Banco de Guatemala, en este caso?, sin saber que estas «supremas» autoridades, eran solidariamente responsables de esta vergonzosa situación que tan mal parados nos poní­a no sólo ante nuestros compatriotas chapines, sino que ante la gente que visitaba nuestra tierra y se les ofrecí­a tales marranadas, solamente dignas de los marranos responsables de que esto sucediera.

Y lo más indigno, es que se tiren la pelota entre unos y otros, que se acusen mutuamente de toda la porquerí­a que hemos visto salir a luz y no tengan la hombrí­a de dar la cara y de decir: «Yo fui el ?o la? responsable, por negligencia, por ignorancia, por buena fe ?si se quiere?, por baboso, babosa o por papo, pero no por pí­caro, en todo caso. ¡Y, esta gentuza, pues no es otra cosa, son «los héroes de que nuestro Presidente está tan orgulloso de que se portaron ’tan bien’ en los puestos que él les habí­a asignado!»…