Sigue el Congreso de la República empecinado en defraudar al pueblo que eligió a sus integrantes, pero vemos con tristeza que ya nada nos conmueve. ¿Recuerdan los lectores cuántos diputados han sido acusados de delitos sin que la justicia guatemalteca haya cumplido los fines para la que fue creada? ¿Son innumerables verdad? Es así como la gran mayoría perdió la credibilidad y la confianza. Ya no nos sorprende cualquier tipo de barrabasada que cometan, desde contratar dizque asesores, autorecetarse aumentos a sus remuneraciones, prebendas y ventajas, hasta mantener «ahorrados» Q82 millones de quetzales, mientras existen hospitales sin equipos ni medicinas, escuelas sin aulas y maestros y millones de niños y ancianos muriéndose literalmente de hambre, con la excusa de que el Estado no tiene pisto para solventar dichos problemas y que por ello es necesario aumentar impuestos.
¿Qué nos pasó a los chapines para que nuestra sangre se haya ido volviendo horchata? ¿Dónde quedaron pantalones y los buenos ejemplos de ser un pueblo digno que no se dejaba pisotear por la tiranía (en este caso la peor de todas, como es la de la corrupción) y de pelear por lo que legítimamente le corresponde? Ni modo, si los diputados andan viendo de qué manera se hacen ricos de la noche a la mañana, aparte de percibir salarios desproporcionados para la mayoría de gente trabajadora del país a través de asquerosas comisiones, viáticos o de viajar a costillas del Erario Nacional, ¿quién entonces va a cumplir con su función primordial de legislar en busca del bien común, como de velar porque los fondos públicos se utilicen de manera correcta y de buscar el bienestar de aquellos que le dieron sus votos y así demostrar ser sus «dignos» representantes en un organismo del Estado?.
En los últimos días he oído y leído de todo, desde la pedirle la renuncia al Presidente del Congreso, enjuiciarlo, investigar el manejo de los fondos a su cargo y no se cuantas cosas más ¿pero alguien podrá asegurar, con la mano puesta en la conciencia, que quien llegue a sustituirlo va a ser honrado, recto, pundonoroso y eficiente? Disculpen, pero ahora mismo por más que repase la lista de los 158 innecesarios diputados, no encuentro a esa joya que andamos buscando. Por ello pregunto ¿no es este el momento propicio para iniciar una depuración a fondo del Organismo Legislativo, empezando por reducir el número de diputados, la forma de cómo elegirlos, de exigirles el cumplimiento de sus obligaciones, prohibirles la reelección y cuanta cosa más sea necesaria para enderezar el barco que anda a la deriva?.
Ya se que las anteriores depuraciones no han dado los resultados esperados, pero bien sabemos la causa, que no fue otra que la orquestación de políticos en beneficio de sus intereses y no los de la población, que al fin de cuentas es lo que realmente importa. Para mí, que podrá caer Meyer, que la cosa seguirá exactamente igual. De ahí que el pueblo, debiera arremangarse la camisa para poner a sus representantes en cintura, pues de lo contrario no se va a arreglar nada, sino solo alargar la agonía de la pseudo democracia en que seguimos viviendo.