¿Y el mercado?



Las variaciones en el precio del crudo determinan, según la teorí­a, el precio de los combustibles en Guatemala y lo pudimos comprobar dolorosamente cuando por variadas razones el mismo se disparó a lo largo de este año. Ayer, sin embargo, representantes de la Gremial del transporte pesado llamaron la atención de las autoridades porque ha habido una constante en la rebaja del precio mundial del petróleo que no se ha reflejado en el mercado interno, lo que hace suponer que algo raro está pasando y que las autoridades tienen algún nivel de complicidad porque no están realizando la supervisión necesaria para evitar abusos.

El mercado, para que funcione eficientemente, no puede sufrir distorsiones provocadas y para ello existe, en cualquier paí­s del mundo, mecanismo regulador que impida los abusos. Si los proveedores o productores de algún bien o servicio manipulan para obtener beneficios extraordinarios aprovechando su calidad de dominadores monopólicos u oligopólicos, el Estado tiene que actuar para exigir las correcciones que protejan al consumidor. Cabalmente porque hay tanto abuso es que tarde o temprano se producen intervenciones del Estado en la economí­a que luego son presentadas como acciones aberrantes, como si el abuso no fuera también una aberración que compromete la vigencia del mercado.

Ya no estamos hablando sólo de las enormes ganancias obtenidas por las petroleras cuando retardan maliciosamente el traslado de la rebaja de precios al público o cuando aceleran el aumento. Dicho está y probado queda que cuando la variación de precios en el mercado mundial es al alza, siempre nuestros depósitos están vací­os y el efecto se traslada inmediatamente al consumidor, mientras que cuando hay rebajas pareciera que las mismas siempre se producen cuando los depósitos nacionales están llenos a reventar y por lo tanto el efecto tarda mucho en percibirse.

Ahora estamos hablando de algo aún más grave, como podrí­a ser que no se refleje para nada, en absoluto, el comportamiento del mercado mundial en el mercado interno y eso implica que tiene que haber algún tipo de complicidad entre quienes comercializan el producto y las autoridades, porque no hay otra forma de explicar el fenómeno. Por ello es bueno que la gremial de transportistas haga énfasis en la situación y se denuncie, porque evidentemente algo turbio está ocurriendo y es bueno que las más altas autoridades del paí­s reparen en lo que ocurre para exigir el cese de cualquier contubernio en contra de los intereses de la población.

Siempre hemos pensado que los que más cacarean sobre las ventajas del mercado se pueden convertir en los sepultureros de ese modelo económico si lo usan para obtener ventajas indecorosas y perjudiciales por el manipuleo que se hace de los precios aprovechando una posición dominante en la relación comercial y todo indica que eso ocurre ahora con los combustibles.