Y antes de que termine octubre


No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo soporte

De la conseja popular El presidente Colom decide no estar dispuesto a que le olviden, entonces vuelve a tomar la delantera para ocupar las primeras planas en los medios de comunicación.

Edith González

Los guatemaltecos leyeron y escucharon cómo decidió otorgar dispensa en el pago de impuestos por cantidades millonarias a quienes podrí­an ser sus amigos, o financista, mientras dí­as anteriores habí­a mostrado su preocupación y malestar ante la falta de aprobación de más dinero para el Estado asumiendo que era indispensable para la reconstrucción del paí­s, lo que incluye las intransitables carreteras; entonces la gente se pregunta realmente qué piensa, que está dispuesto a hacer por este paí­s, porque lo que hasta ahora puede percibirse deja mucho que desear.

Y que decir de las exigencias hacia el Tribunal Supremo Electoral, para que realizaran llamados de atención a otros partidos mientras el suyo, del que dijo desligarse al asumir la Presidencia para no interferir, comete las mismas o peores infracciones a la Ley asumiendo que su propaganda la efectúa en actividades propias del Gobierno, pagadas, por lo tanto, con dinero de los guatemaltecos, estén de acuerdo o no, porque a decir de la señora de Colom lo que pensemos le viene del norte. Quizás por aquello de si el norte fuera el sur, serí­a bueno que pensaran que aunque continuamos con un elevado número de estudiantes que abandonan los estudios y otros más que no logran alcanzar la nota mí­nima para aprobar y pese a la orden de hacerlos pasar de grado a todos, aunque no alcancen las competencias necesarias los guatemaltecos, podemos percibir la realidad y sabemos que estamos a punto de tocar fondo, en muchos campos de la vida y ello puede ser muy peligroso.

Una prueba es la creación de comités de autodefensa dispuesto a enfrentar, incluso, a la misma autoridad cuando esta finalmente aparece, ante la desesperación de la falta de autoridad y el ataque de los grupos de delincuentes, de los que ninguna familia, ni grupo social, cultural o económico se ha librado

Entonces no serí­a mejor que se dedicara a realizar un verdadero trabajo. Cumpliendo el mandato para el que fue electo. Además de las promesas de campaña, utilizando un poquito de inteligencia, aunque sea prestada, para evitar el enojo y la cólera de los guatemaltecos ante el abandono y la indiferencia en que nos ha dejado, a merced de la delincuencia, con una canasta básica cada dí­a más cara y una inquietante extrema escasez de empleo, en lugar de dilapidar los recursos del Estado y buscar reelecciones, abriendo la ví­a directa al infierno.