¿Y ahora qué?


Hace casi una semana hombres armados a bordo de una motocicleta asesinaron a una mujer, esas cosas pasan todos los dí­as, lo sé. Cuando no es una mujer es un hombre, o un niño, es habitual. A esa mujer la mataron frente a sus hijos e hirieron a uno de ellos, herida en el cuerpo digo, porque el alma de ellos también la mataron de cierta forma, eso también sucede, lo reconozco. Sin embargo, para mí­ es distinto esta vez, porque esa mujer no era una desconocida, trabajé con ella por muchos años, y durante ese tiempo vi la foto de sus hijos sobre su escritorio, vi su afán al realizar su trabajo por el futuro, hablamos en alguna ocasión, por una mejor vida.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es

Vida ¿cuál?, ella no está más acá, sus hijos cargarán con esa rabia de por vida, eso es así­ y lo sé perfectamente a mí­ me pasó lo mismo, frente a mí­, en mi propia casa, un hombre desalmado, pagado quizá, y posiblemente también con hijos segó la vida de mi papá. Como esos niños, lo vi caer lentamente, vi su sangre regarse por el piso, vi su mirada, la que nunca podré olvidar despedirse de mis ojos atónitos.

El tiempo ha pasado, mucho tiempo ya, y aún me estremezco al recodar, me duele el pecho, me inflamo de cólera, pero igual qué, qué puede hacerse en un paí­s en donde esto es común, en donde esto pasa a diario, en donde no hay justicia.

Desde el viernes pasado, lo recuerdo más, regresó a mis sueños, a mis pesadillas, me llenó de insomnio, pienso en esos niños, pienso en mí­ y en todos estos años, en los que muchas de las cosas que hago están selladas por el retumbar de esas balas, por la mirada de mi papá, por esos eternos instantes de angustia, por el miedo, la incertidumbre, la soledad y el vací­o.

Pienso en Karla, en esa foto de sus hijos sobre su escritorio, en esos dí­as de madrugar y anochecer en la Prensa, pienso en esa imagen que tenemos de justicia con los ojos vendados, pienso en la vida, cuando una bala no la acaba, pero la ha marcado.