El martes 20 de febrero del presente año Diario La Hora publicó mi columna titulada «Â¡Ahí viene Bush!» Expuse las conclusiones a que llegué después de leer en medios de comunicación social advertencias de lo que él debía hacer a favor de nuestros paisanos residentes en su tierra, se le criticaba por su visita y hasta por su política internacional. Finalmente, vino, durmió, paseó, habló, comió y se fue. Pero tal como lo advertimos, los chapines nos quedamos igual que antes, viéndonos las caras, preguntándonos unos a otros ¿y ahora qué?
Sí, ¿ahora qué?, ¿vamos a seguir esperando que el maná caiga del cielo?, ¿será que con la ayuda del FBI, de los Marines, de la cooperación de la AID o que solo con su pisto, gente y equipo para combatir al narcotráfico vamos a salir adelante? Disculpen estimados conciudadanos, pero seguimos andando por las ramas, porque nuestro futuro no se forja así. El Estado de Guatemala se organizó para proteger a la persona y a la familia y su fin supremo es la realización del bien común. Así reza nuestra Constitución y o es que yo me lo esté inventando.
Por otro lado, claramente indica esa misma Constitución que es deber de ese mismo Estado garantizarnos la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. De esa cuenta, no dice por ninguna parte que los gringos, los rusos, los chinos, los cubanos o de cualquier otra nacionalidad tengan la obligación de ayudarnos para hacer de nuestro país un lugar a todo dar. Eso corresponde a nosotros, trabajando, luchando y rompiéndonos el alma si fuera necesario, para hacer de él un sitio ideal, próspero y feliz.
Todo eso es responsabilidad nuestra. Por favor, ya es hora de olvidarnos de las trilladas frases de amistad internacional, de hermandad y de solidaridad del mundo. Si queremos que nos respeten, démonos a respetar. Si creemos que los gringos tratan mal a nuestros coterráneos, hagamos hasta lo imposible para evitar que se vayan. Si queremos seguridad ciudadana, exijámoslo a nuestras autoridades que para eso el pueblo les remunera requete bien. Si queremos mejores diputados forcémoslos a serlo y si queremos buenos servicios públicos, hagamos que los servidores cumplan con su deber, porque si no lo hacen y defraudan los fondos destinados para el efecto, hagamos que todo el peso de la justicia caiga sobre ellos.
Pero dejemos de lado la pésima costumbre digna de un revanchismo estúpido de ponernos a romper, pintar y deteriorar todavía más los edificios, los monumentos, la propiedad privada o pública. Abandonemos la actitud fatalista, negativa y pesimista de que estamos mal por lo que no hacen por nosotros y no porque nosotros no hacemos lo que tenemos que hacer. Thank you.