í‰xito de la apertura ininterrumpida


Imágenes de la exposición de la obra de Picasso en Parí­s, que para atender al enorme número de gente, previó una muestra ininterrumpida sin cerrar. FOTO LA HORA: AFP

«Pensábamos que a esta hora no habrí­a nadie», lamentaba Isabelle a las tres de la madrugada del sábado mientras hací­a cola en la frí­a noche de Parí­s para visitar la exposición «Picasso y los maestros», abierta sin interrupción las últimas 83 horas que estará en cartel.


Desde el viernes por la mañana y hasta el lunes, la exposición estará abierta las 24 horas del dí­a para poder hacer frente al increí­ble éxito de asistencia. Desde el 8 de octubre han visitado la exposición más de 700 mil personas.

Durante estas 83 horas de apertura ininterrumpida se espera que acudan 50 mil visitantes que podrán disfrutar de los servicios de librerí­a o cafeterí­a en cualquier momento del dí­a.

Según un primer recuento, en las primeras 20 horas habí­an acudido 15 mil 616 personas, según la Reunión de Museos Nacionales franceses, el organismo oficial competente.

Ante «La infanta Marí­a Margarita» de Velázquez, Julien, de 27 años, y Louis, de 28, explican que querí­an «ver la exposición a cualquier hora», a pesar del cansancio, que se está notando.

«No nos lo querí­amos perder», añade Eric Bonsergent, un comercial parisino de 33 años: «dicen que la gente no va a los museos, pero cuando hay una exposición como ésta tiene mucho éxito. La solución de abrir por la noche es brillante», consideró.

Las razones por las que los visitantes eligen este horario son muy diversas.

Edouard, de 55 años, director financiero, o Noriko, una japonesa que vive en Parí­s, no «habí­an encontrado tiempo para ir a ver la exposición».

Otros han creí­do que era «una errata». «No lo hemos hecho adrede, en la reserva creí­amos que las 02H30 eran las 14H30», explica Gerard Sainton, un informático de 59 años.

En cambio, Isabelle Billon, de 53 años, historiadora del arte, pensó que «a esas horas habrí­a menos gente».

Pero la afluencia en las salas de exposición es parecida a la que hay durante el dí­a. El público, mayoritariamente joven, está muy atento y se toma su tiempo para mirar los cuadros.

Pierre, de 15 años, fue con su madre que le despertó a las 02H00 de la noche, un poco por obligación. No es «un gran fan de Picasso» y su opinión es bastante «moderada»: «aunque las primeras obras de Picasso son interesantes, las distorsiones…». Pero está contento de haber podido ver «El rapto de las sabinas» de Nicolas Poussin.

«Me ha gustado mucho la idea de la noche», dice Roland Monier, escultor de 60 años que ha venido desde Guingamp (oeste), porque dice que «no se tiene la misma sensibilidad por la pintura durante el dí­a». «Hace mucho tiempo que creo que los museos deberí­an estar abiertos por la noche», afirma.

«Las personas son menos agresivas que durante el dí­a», dice Farid Dahmani, un guarda que, como todos los trabajadores, se ha presentado voluntario para trabajar por la noche y cobrar la prima correspondiente.

«La gente está más relajada y más tranquila que durante el dí­a», añade Sebastien Hermet, muy ocupado detrás del mostrador de la librerí­a. No le falta trabajo. «Uno de cada 15 visitantes compra un catálogo. Vamos a vender 500 esta noche», indicó Hervé Helies, jefe del servicio social de la RMN.

A las 05H30 en la cafeterí­a ya se pueden ver los signos de cansancio. Clement y Alice, dos jóvenes del este de Francia, bostezan mientras esperan el primer metro que traerá a los primeros visitantes matutinos.