Trágico pero correcto. Nuestro país ve, casi al borde del terror, como cada día se convierte en una aventura. Una aventura de sobrevivencia. Un alarde de la capacidad infinita del pobrerío, de sortear los peligros que encierran las calles de la ciudad. No hay solución hermano. Sólo hay un camino. Y ese camino no comparte espacio con la farsa electoral con la que, como la droga, se adormece al pueblo. Hace poco un diario estadounidense publicaba un curioso artículo «Who owns Hillary Clinton». En él enumeraba las empresas y personas que «contribuyen» a la campaña electoral. Una forma muy sutil de presentar a aquellos que «cobrarán con prebendas, centavo a centavo», el capital invertido. ¿Podríamos aquí, en nuestra tierra, rebatir esa verdad tan grande como el tamaño del Sol? ¿Podrían los seguidores de los candidatos «meter la mano al fuego», para asegurar que sus «líderes» no deberán devolver los favores económicos recibidos?
¿Ustedes no tienen miedo de morir?, continúa el periodista en su entrevista.
La respuesta vuelve a ser contundente: «Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Nosotros somos hombres-bombas. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio. Nosotros ahora tenemos mucho dinero. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio? ¿Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y «colocado en el microondas». Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. (Y ladrones habría de añadir).
Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes se mueren de miedo.
Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en «súper Star» del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados, son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos «globales». Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros «clientes». Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.
No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles antitanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros? solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó? ¿Ipanema radiactiva?
Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a «los barones del polvo» (cocaína)! Hay diputados, senadores, hay generales, hay hasta ex presidentes del Paraguay en el medio de la cocaína y de las armas.
La entrevista continúa. Las verdades abundan enrostrando a todos «los guatemaltecos» su indiferencia. Su falta de solidaridad humana. Su hipócrita proceder, llenando las enormes y lujosas iglesias o templos, dentro de los cuales piden siempre más para «uno mismo». No cuenta el hermano pobre. No cuenta el niño abandonado. No cuenta la mujer que diariamente lucha contra la injusticia, escondida en su plancha o en el lavadero ajeno, para poder dar de comer a su familia. «La Comedia Humana».
Solo hay un camino. Y ese camino debe ser recorrido por la propia población. Aquella que mayoritaria, ha sido condenada al olvido y a la pobreza.
A poner las barbas en remojo.