Los mutantes continúan con su lucha ante la sociedad, que les teme y desconfía de ellos. Su causa se torna incluso más desesperada después de un inesperado ataque contra el Presidente de los Estados Unidos a manos de un agresor no identificado que posee habilidades extraordinarias. Este ataque reaviva la protesta política y pública por imponer un Acta de Registro de Mutantes y un movimiento antimutante, que en esta ocasión es encabezado por William Stryker, un acaudalado ex comandante del ejército de quien se dice ha experimentado con ellos.