El presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, estrecho colaborador del presidente estadounidense George W. Bush y considerado uno de los artífices de la guerra en Irak, aparece cada vez más solo, envuelto en un escándalo de nepotismo que lo tiene en la cuerda floja.
El que fuera número dos del Pentágono cuando Washington decidió la invasión a Irak y considerado uno de los «halcones» del gobierno Bush, está acusado de promover a su compañera sentimental Shaha Riza, empleada del Banco, y transferirla al Departamento de Estado sin dejar de percibir el salario de la institución.
En medio de un escándalo creciente, Wolfowitz, de 63 años, se ha negado a renunciar a su puesto, y el viernes reiteró que dejará su futuro en manos del directorio del BM.
En un breve comunicado emitido luego de una reunión de los directores del organismo que se prolongó hasta altas horas de la noche del jueves, el cuestionado presidente del BM dijo que acogerá «la decisión del directorio para avanzar y resolver este importante asunto».
El número uno del BM ha perdido importantes apoyos en los últimos días.
Tras la reunión del jueves, las opiniones respecto a Wolfowitz eran divergentes entre los gobiernos que tienen representación en el BM, según fuentes de la entidad.
El Consejo de Administración está integrado por 24 miembros representantes de los principales contribuyentes del Banco, entre ellos Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Gran Bretaña, mientras que los otros administradores representan cada uno a varios países.
«Hubo cierta exasperación (durante la reunión), que fue transmitida a Wolfowitz: ’¿qué parte del término ’renuncia’ no entiendes?», le preguntaron, según una fuente que solicitó mantener el anonimato.
Los directores europeos han indicado claramente durante el fin de semana pasado que querrían a Wolfowitz fuera de la institución.
Según la prensa norteamericana los directores de América Latina y Asia se alinearon con esa postura, también expresada por el neozelandés Graeme Wheeler para pedir la renuncia de Wolfowitz quien, no obstante, tiene apoyo de funcionarios que él designó para conducir las áreas de Medio Oriente y Africa.
La asociación de empleados del BM pidió el jueves pasado, 48 horas antes de las asambleas de primavera boreal del Banco y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, la renuncia de Wolfowitz.
«Tiene que actuar honorablemente y renunciar», aseguró el sindicato de empleados del BM en una carta a sus miembros en la que señala que el directorio debe «lanzar a escala internacional el proceso de búsqueda de un nuevo presidente capaz de restaurar la integridad del banco».
Desde su nombramiento, Wolfowitz ha generado resistencia entre el cuerpo estable de empleados del BM.
Su mayor respaldo sigue siendo la Casa Blanca.
El jueves en rueda de prensa, la portavoz del presidente Bush, Dana Perino, sostuvo: «como ya dijimos el presidente tiene confianza plena en Paul Wolfowitz».
«Wolfowitz ya pidió disculpas», añadió, recordando que el presidente del BM aceptó que cometió un «error».
En tres décadas, casi todo el tiempo en la función pública estadounidense, este matemático y doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Chicago se ha especializado en Defensa, ocupando entre otros el puesto de subsecretario en el Pentágono dirigido por Donald Rumsfeld desde 2001.
Fue el mismo puesto que ocupó entre 1989 y 1993 bajo la administración de George Bush padre, luego de tres años como embajador en Indonesia y con el Departamento de Defensa dirigido entonces por el ahora vicepresidente Dick Cheney.
El escándalo en el BM no es la única denuncia contra Wolfowitz.
Según «Government Accountability Projet», una asociación que lucha contra la corrupción en la administración pública, Wolfowitz habría insistido cuando era número dos del Pentágono, para que su novia obtuviera un contrato como consultora de una firma privada entre marzo y mayo de 2003, en momentos en que se desataba la guerra contra Irak y ella trabajaba para el BM.
El Pentágono lo exoneró en este caso tras una investigación, indicó el viernes un portavoz.