Wall?E


Desde que tengo hijos he estado condenado a volver al mundo de las caricaturas por televisión y a ir al cine casi con la frecuencia que se les antoja. Una prueba de ello fueron las al menos ocho pelí­culas que vi con mi hijo mayor en dos dí­as de viaje en vacaciones. De todas las pelí­culas, nada mejor que la de Wall?E que, dicho sea de paso, ha sido merecedora recientemente del premio a la mejor pelí­cula de animación en la 66 edición de los Globos de Oro.

Eduardo Blandón

Como muchos saben, Wall?E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class, algo así­ como «barrendero») es el protagonista de la pelí­cula del mismo nombre producida por Disney y Pixar y estrenada en los Estados Unidos en junio del 2008. Wall?E aparece en el film como un robot, una especie de sobreviviente, en un mundo inundado de basura y donde no hay signos de vida. Su oficio cotidiano y aparentemente monótono: recoger y apilar basura. Su única compañí­a: un escarabajo.

Nada habrí­a tenido sentido para el actor principal de la animación de no haber sido por la visita de un ser venido de otro mundo, otro robot llamado Eve. Eve, que es el acrónimo de Extra-terrestrial Vegetation Evaluator (examinador de vegetación extraterrestre), encarna el lado femenino de la historia y la razón de vivir de Wall?E que se enamora de una máquina evidentemente más hermosa y evolucionada que él mismo. Wall?E de inmediato la corteja e intenta comunicarse con ella, pero ésta parece preocupada por una misión: recoger pruebas de vida en un planeta a todas luces contaminado y sucio.

A pesar del desastre de la Tierra, sin embargo, Eve encuentra lo que busca, una planta que promete esperanza. La guarda dentro de sí­ y la protege celosamente. Entonces, el director del film, Andrew Stanton, hace regresar la nave que transportó a Eve a la Tierra y la lleva de regreso a la astronave Axiom, eso sí­, en compañí­a de Wall?E, que se cuela en el vehí­culo espacial.

La Axiom hospeda una gran ciudad. Los seres humanos fueron llevados a su interior para sobrevivir la contaminación de la Tierra y sus vidas transcurren administradas automáticamente por máquinas en espera de un posible regreso a casa. Ellos no tienen necesidad de nada, ni siquiera de mover las piernas. No hay razón incluso de estar de pie ni de caminar, por eso se vuelven obesos. La comodidad les ha aniquilado el espí­ritu y les hace aparecer también imbéciles.

Los hombres subieron a la astronave en espera de regresar a Tierra al nomás obtener pruebas de vida, pero esta posibilidad queda abortada por una orden contraria dada 700 millones de años antes. Aquí­ empieza el desenlace final de la historia que consiste en la lucha de Wall?E y su compañera por liberar a los hombres del dominio de Buy-n-Large, propietaria de la nave que quiere mantener su estado hegemónico.

En realidad Wall?E, dirigida por el mismo equipo que realizó Nemo (ganadora de un í“scar a la mejor pelí­cula de animación en el 2003), es un film que no sólo visualiza lo que puede sucederle a la Tierra si no nos preocupamos por el medio ambiente, sino que nos enseña también a poner atención a lo hermoso de la vida y a apreciar lo que tenemos. Y es interesante que mientras en el extraterrestre de Spielberg, E.T. desea marchase de la Tierra, en Wall?E hay una nostalgia por el retorno a casa. Igualmente, cabe destacar la nueva visión del cine americano respecto al sexo femenino. Aquí­ Eve no juega un papel pasivo ni cosmético en su tarea histórica, no es la clásica Cenicienta, la Bella Durmiente ni Blancanieves, sino la mujer fuerte, comprometida e inteligente que incluso se deja enamorar por un robot poco apuesto, oxidado y hasta sucio.

Como se puede ver, hay que buscar razones para mirar caricaturas e ir al cine, con esfuerzo algo se puede rescatar de ellos.