Walkiria


Para el pueblo alemán las atrocidades cometidas por Adolf Hitler han sido una vergí¼enza difí­cil de aceptar. Era inconcebible que una raza que dio genios a la música, a la literatura, al arte y a las ciencias, además de filósofos, pensadores y guerreros magnánimos hubiese consentido los crí­menes del Tercer Reich. Cómo es posible que un pueblo con esa grandeza de espí­ritu permitiera que sucediera lo que pasó. No hubo denuncia y rebelión contra un Hitler enloquecido, la respuesta es que sí­ la hubo. Hombres de espí­ritu, intelecto y valor se opusieron desde el principio y al paso de los años entregaron su vida para salvar a Alemania. Uno de los más significados y que pudo haber cambiado la historia de parte del siglo XX aunque él mismo pasó a ser historia y se llenó de gloria, fue el coronel Klaus Von Stauffenberg, autor intelectual y de hecho actor material del atentado del 20 de julio de 1944 para asesinar a Hitler y detener la guerra.

Doctor Mario Castejón

Klaus Phillippe Maria Schenk Graaf con Stauffenberg era un hombre de encanto extraordinario, poseedor de una mente objetiva y un valor que rayaba en la temeridad, de sólidos principios morales, habí­a nacido en el Castillo de Jetingen un 11 de noviembre de 1907, y en los escenarios de guerra de Francia, Rusia y el Norte de ífrica habí­a perdido el ojo izquierdo, el brazo derecho y tres dedos de la otra mano. Desde ese dí­a era reconocido cuando circulaba entre los altos mandos alemanes por el parche de cuero que cubrí­a la ausencia del ojo perdido en la guerra.

La mañana del 20 de julio de 1944 Von Stauffenberg voló tres horas en un Heinkel HE 111 desde Berlí­n a Rastenburg en la Prusia oriental. Le acompañaba el teniente Werner Von Haeften, ambos tení­an una misión que cumplir en el Cuartel General de Hitler llamado la cueva del lobo » Wolfsshantze», en un lugar vecino a Polonia. En su maleta de cuero escondí­a dos bombas de relojerí­a que al activarlas estallarí­an durante la reunión del Alto Mando.

Desde 1938 cuando Hitler amenazó con desencadenar la guerra invadiendo Checoeslovaquia, Stauffenberg estuvo dispuesto a actuar para deponerlo o asesinarlo. La Paz de Múnich evitó la acción. Pasaron los años y le correspondió actuar en los escenarios de guerra de Europa y ífrica en donde fue herido y al regresar en 1943 se incorporó a un grupo de conspiradores siempre encabezados por el General Ludwig Beck, pero esta vez él era la figura estelar y se dedicó a convencer a los oficiales más prominentes del Ejército Alemán para detener la guerra y negociar una paz honorable, se le llamó Operación Walkiria.

Las Walquirias eran las doncellas que en la Leyenda de los Nibelungos escogí­an quien deberí­a morir, esta vez la elección se dirigí­a hacia Adolfo Hitler. Curiosamente con el mismo nombre de Valquiria el alto mando alemán habí­a organizado utilizando las reservas militares en donde en ese momento Von Stauffenberg actuaba como Jefe de Estado Mayor, un plan para facilitar en caso de emergencia el control de lugares estratégicos en el interior de Alemania, su posición dentro de esa operación facilitaba sus contactos y movilización de tropa dentro del plan para matar a Hitler sin despertar sospechas.

La historia militar de Von Stauffenberg era impecable, su educación habí­a sido esmerada y aunque por mucho tiempo pensó en dedicarse a la música o a la arquitectura, al final optó por la carrera de las armas. Al inicio de la guerra sirvió durante el ataque a Polonia y luego en la invasión a Francia con la Sexta División Panzer. Pasó al frente ruso durante la operación Barbarosa en 1941 y después al ífrica Corps son la primera división Panzer en donde fue herido de gravedad en abril de 1943, cuando su vehí­culo entró en un campo minado.

Ese dí­a 20 de julio habiendo dejado en Berlí­n, todo dispuesto para MUERTO Hitler acceder a la toma del poder, Stauffenberg llegó a Rastenburg, informándose que la reunión con Hitler de la 1 p.m. habí­a sido adelantada a las 12:30 por la visita de Mussollini ese dí­a. En presencia de Hitler y con todos los oficiales del Estado Mayor rodeándole Von Stauffenberg quien debí­a leer un informe se las arregló a pesar del cambio de planes para salir un momento de la estancia y activar con mucha dificultad una de las bombas debido a la premura no utilizando la segunda. Regresó a la sala de conferencias y colocó el maletí­n con la bomba debajo de la mesa a un metro de los pies de Hitler y salió de la Cabaña cuando faltaban pocos minutos para que el mecanismo actuara. Al salir no se percató que el general Brandt del Alto Mando en vista de que el maletí­n le molestaba para acercarse donde Hitler hablaba lo movió alejándolo del Fí¼hrer y esta circunstancia fue determinante para salvar la vida de Hitler mientras Brandt morí­a. Estando fuera de la Cabaña sobrevino la explosión y en ese momento se alejó con su ayudante rápidamente al automóvil que los esperaba dirigiéndose al aeroplano para regresar a Berlí­n y hacerse cargo de la situación.

La operación Walquiria estaba transcurriendo hasta ese momento conforme habí­a sido planificada con una sola excepción y la más grave de todas, Hitler estaba vivo y algunos de los Generales del Alto Mando que se habí­an comprometido a participar habí­an puesto como condición la muerte del Fí¼hrer para lo cual Von Stauffenberg se habí­a comprometido a realizar él mismo la operación. Con sangre frí­a cruzó el puesto de guardia antes del acceso al avión y aun cuando habí­a orden que nadie saliera fingió hacer una llamada telefónica pidiendo autorización y así­ pudo abordar el aparato.