Vuelve la alerta a Guatemala y El Salvador


El fuerte temblor registrado el miércoles en la costa del Pací­fico recordó a El Salvador y Guatemala que se encuentran en una zona de alta vulnerabilidad, donde sólo la prevención puede reducir el impacto a ví­ctimas y daños, estimaron ayer distintas fuentes.


«Vivimos en el cinturón de fuego del océano Pací­fico, estamos expuestos a una intensa actividad sí­smica, a la activación de volcanes y al impacto de huracanes por lo que lo único que nos podrí­a ayudar es una cultura de prevención», declaró a la AFP el coordinador de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), íngel Ibarra.

El fuerte temblor del pasado miércoles, registrado por los sismógrafos del Servicio Nacional de Estudios Territoriales (SNET), en 6,5 grados en la escala abierta de Richter y con epicentro en el mar Pací­fico, frente a las costas de Guatemala, no causó ví­ctimas ni daños, pero sí­ pánico en la población.

Según el Instituto Sismológico y Vulcanológico de Guatemala, el sismo fue de 5,4 grados en la escala de Richter. Debido a la intensidad del temblor las autoridades decretaron «alerta naranja» por 24 horas.

El movimiento telúrico se debió al choque de las placas Cocos y Caribe en la denominada zona de subducción del Pací­fico y se sumó a otros dos temblores de 6,0 y 5,5 grados Richter ocurridos el pasado 8 de junio, también con epicentro en la misma zona del mar.

La directora del servicio de Sismologí­a del SNET, Griselda Marroquí­n, declaró a la AFP que tanto El Salvador como Guatemala tienen alta sismicidad provocada por la interacción de las placas Cocos y Caribe y por las fallas locales de la cadena volcánica.

«El temblor del miércoles lo podemos considerar como algo normal que ocurra en la zona de subducción y sabedores que estamos en una zona de intensa actividad, lo correcto es adoptar medidas de prevención», comentó Marroquí­n.

Conocido también como «el valle de las hamacas» por su alta sismicidad, El Salvador sufrió dos devastadores terremotos en el 2001 y ambos dejaron más de 1.250 muertos, cerca de 200.000 viviendas destruidas total o parcialmente y 1.603,8 millones de dólares en pérdidas.

Guatemala sufrió el último terremoto de gran intensidad a lo largo de la falla Motagua el 4 de febrero de 1976 con el saldo de unos 25.000 muertos, principalmente en la capital.

Ibarra es de la opinión de que los gobiernos de El Salvador y Guatemala «deben ir más allá de realizar simulacros de evacuación y diseñar verdaderas estrategias para prevenir desgracias».

En el caso salvadoreño, para afrontar los peligros debe «reformar» la Ley de Protección Civil con el fin de establecer una «verdadera cultura de prevención y una gestión ecológica de riesgo», dijo el coordinador de la UNES.

«Es claro que los paí­ses centroamericanos y principalmente El Salvador y Guatemala para detener los desastres deben respetar la naturaleza y para lograrlo se debe detener la destrucción ambiental y mejorar la situación social de la población», enfatizó Ibarra.

Desde 2001, el viceministerio de vivienda de El Salvador, mediante la cooperación de México y Japón, comenzó a diseñar viviendas más resistentes a la actividad sí­smica.