Voto de sangre


Mario Gilberto González R., Almerí­a, España, 6 de diciembre de 2007.

El Hermanito Pedro no sólo fue un devoto, sino un recio defensor de la Inmaculada Concepción de Marí­a Santí­sima.

Riquí­sima es su devoción mariana en diversas advocaciones. Las Mercedes, por ejemplo, donde pasaba la noche en oración hasta la Hora del Gallo. La de Belén que inspiró su hospital de convalecientes y la orden religiosa del mismo nombre y la Limpia Concepción que ofreció defenderla hasta con su propia sangre. «Se ocupaba de dí­a y de noche en piadosas meditaciones y oraciones, haciendo continuas súplicas, ejercicios espirituales, y piadosos novenarios, en obsequio de la Virgen Marí­a, refiere como verdad, las Letras Remisoriales.

El primer biógrafo del santo y el pintor que inmortalizó su imagen en el lienzo, coinciden en ofrecernos con una luminosidad admirable, cómo era -fí­sica y espiritual- el Hermanito Pedro, cuando practicaba la caridad entre los vecinos de la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de Guatemala.

Sencillo y modesto. Piadoso, caritativo y al mismo tiempo, rí­gido consigo mismo. Sus carnes sufrieron por sus propias manos el látigo del silicio y se castigaba así­ mismo con el ayuno a lo largo del adviento y «de la sexagésima hasta la Pascua» cuando apenas bebí­a las hieles que pedí­a en el convento del seráfico para vivir con Cristo el martirio de la cruz.

Basta contemplar sus pertenencias personales y confirmar su sencillez y modestia ejemplar.Vestimenta humilde. Ropa interior hecha de lazos para castigar la carne, trastos de barro donde serví­a sus alimentos y una campana sencilla que tañí­a en las noches de los lunes para alertar a los vecinos si marchaban por caminos equivocados.

Entre los escritos que dejó el Hermanito Pedro, encontramos su Voto de Sangre que, con la suya, signó el 8 de diciembre de 1654 y los repitió cada año -el 8 de diciembre- hasta el dí­a de su santa muerte.

» Jesús, MR. Joseph. Seanme testigos los cortesanos del cielo los ombres de la tierra. Los demonios en el infierno de la potestación que hago de la santa fe católica, creo fiel y verdaderamente en el sacrosanto misterio de la santisima trinidad padre jijo, espiritu santo tres personas distintas i un solo dios verdadero creo fiel y verdaderamente en el santisimo sacramento del altar y en todo aquello que cre y confiesa Santa iglesia rromana en la cual fe quiero vivir i morir cia alguna en contra pensare digiere o hiciere cea en ci de ningún balor cino que esta cea mi ultima y postrera voluntad amen. Todo esto propongo hasta la muerte en el nombre del padre y del jijo y del espiritu santo Bendito i alabado cea el asntisimo sacramento del altar i de la imaculada concepción de la virgen maria nuestra señora concebida cin pecado original, Digo oi pedro De betancur que juro por esta i por los santos ebangelios De Defender que nuestra señora la virgen maria fue concebida cin mancha de pecado original y perdere la vida ci ce ofreciere Por volver por su concepción santisima, y por cer verdadero lo firmo de mi nombre conmi propia sangre. Yo Pedro de Vetancur.Martes 8 de diciembre de 1654″ (se conserva la ortografí­a original) Y cada vez que renovó su voto de sangre, expresó su convicción de hacerlo «…y perderé mil vidas, por defender la Concepción de la Virgen Marí­a, mi Madre y Señora y cada año, por su dí­a, firmaré con mi propia sangre. Yo Pedro de Betancur, el pecador. Año de 1655.»

Después de llevar en Nochebuena por las calles de la ciudad de Santiago de Guatemala, a las imágenes de San José y la Virgen en procura de posada, las dejaba junto al nacimiento que él mismo elaboraba y bien de mañana en el dí­a de Navidad, iba a pie y en silencio a Ciudad Vieja para darle los buenos dí­as a su señora la Virgen de Concepción. En su ida faltaban al urbanismo. No respondí­a ningún saludo porque primero debí­a de ser para su Señora. Una vez cumplido, ya de retorno saludaba con gran alegrí­a a todos los que encontraba en su camino.

El voto de sangre del Hermanito Pedro está documentado como lo está el primero que firmó con su sangre, el Hermano Mayor de la Cofradí­a de Jesús Nazareno y Marí­a Santí­sima de la Concepción de Sevilla, D. Tomás Pérez. Sucedió el 29 de septiembre de 1615 con el respaldo de las palabras del Arcángel San Gabriel «Quién como Marí­a, Madre de Dios, concebida sin pecado original». La Archicofradí­a acordó defender a costa de la sangre de los hermanos cofrades, el misterio de la Inmaculada Concepción de Marí­a Santí­sima y para perpetuarlo, en su paso de penitencia se simboliza con una bandera blanca con las iniciales: Q, S, M, D. A. C. Quis sicut Marí­a Mater Dei Absquelabe Concepta.

En 1653, el Hermano mayor de la hermandad Sacramental de San Andrés -también de Sevilla- Don José Marí­a de Hoyos Hurtado, firmó su Voto de Sangre en defensa del misterio de la Inmaculada Concepción.

La vida espiritual del Hermanito Pedro es tan rica que, cada vez que uno se adentra, encuentra sorpresas admirables.

¿Qué secreto misterio lo trajo -desde Vilaflor-Tenerife- a la ciudad de Santiago de Guatemala, donde quiso vivir y morir?