Vodevil en torno a heredera de L»Oreal


Liliana Bettencourt, la mujer más rica de Francia, es la dueña del imperio de belleza L

Un fotógrafo mundano sospechoso de demasiada codicia, una anciana millonaria pero supuestamente frágil, un ministro involucrado y conversaciones bajo escucha: estos ingredientes serí­an propios de un vodevil si no pusieran en peligro a uno de los orgullos de la economí­a francesa, L»Oréal.


En la historia aparece la mujer más rica de Francia (más de 10.000 millones de euros, US $12.200 millones), Liliane Bettencourt, de 87 años, heredera del fundador del gigante de los cosméticos, y su hija, Franí§oise Bettencourt Meyers, que se convertirá en propietaria de las acciones en el grupo (30%) de su madre, a la muerte de ésta.

Entre las dos mujeres hay un hombre: Franí§ois-Marie Banier, fotógrafo de la jet-set, de 62 años. Y, además, casi 1.000 millones de euros que el artista recibió en donaciones de Liliane Bettencourt, bajo forma de cheques, pinturas de grandes maestros y contratos de seguros.

La hija, también miembro del Consejo de Administración de L»Oréal, considera a su madre disminuida, teme que dilapide toda la fortuna. Acusa al fotógrafo de explotar el estado de «debilidad» de la anciana millonaria.

Desde que el caso salió a la luz pública, en diciembre de 2007, la prensa y el Todo-Paris están fascinados por la lucha entre las dos mujeres.

La madre asegura estar en perfecto estado, y a través de su abogado George Kiejman reprocha a su hija su «indecente impaciencia» por tomar el control del grupo.

El caso puede quedar visto para sentencia a principios de julio: el fotógrafo Franí§ois-Marie Banier debe comparecer ante la justicia por «abuso» de una persona en estado de fragilidad. Pero la comparecencia también puede sacar a la luz detalles indeseables de este caso, que incomoda al grupo francés, amenazado además por una toma de control por parte de Nestlé.

A pocos dí­as de esta esperada cita, nuevos actores han entrado en escena, dándole al vodevil un tono de novela policial.

Ante todo, un mayordomo. El empleado grabó las conversaciones de Liliane Bettencourt con sus principales consejeros, gracias a un dictáfono, desde mayo de 2009 a mayo de 2010, en su residencia de Neuilly-sur-Seine, cerca de Paris.

Esas grabaciones revelan que Liliane Bettencourt habrí­a colocado unos 80 millones de euros en cuentas bancarias en Suiza no declaradas al fisco, según informaciones filtradas por la prensa francesa.

También revelarí­an injerencias de la presidencia francesa en el procedimiento judicial en curso, así­ como ví­nculos entre la millonaria y Eric Woerth, actual ministro francés de Trabajo, y su esposa Florence, encargada de la gestión de la fortuna Bettencourt entre 2007 y 2010.

En un extracto de los grabaciones, el actual administrador de la fortuna de Liliane Bettencourt, Patrice de Maistre, afirma que «el presidente (Nicolas Sarkozy) sigue de muy cerca» el caso, y sugiere que la presidencia podrí­a presionar a la justicia, si fuera necesario, según el diario digital Médiapart, que las divulgó.

La presidencia francesa aseguró que no tení­a «ningún comentario» que hacer al respecto.