César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com
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Agudicemos nuestros oídos y escuchemos:
El lamento de los ancianos olvidados…
Los sollozos de dolor de una madre ignorada?
La petición de pan que hacen en la calle los niños harapientos?
La súplica de atención que hace el enfermo en la sala de los desahuciados?
El clamor del padre desempleado que necesita urgentemente un trabajo?
El ruego de comprensión del prisionero, el del solitario, el del vicioso, el de la mujer callejera?
Acudamos a ese llamado de auxilio?
¡Es la voz de Dios la que nos habla!