El 31 de diciembre de 1999, Vladimir Putin tras la dimisión intempestiva de Boris Yeltsin asumió interinamente las funciones de Jefe de Estado y de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa. En su discurso ese día señaló: «en ningún momento ha habido ni habrá un vacío de poder y las autoridades cortarán de raíz cualquier intento de quebrantar la legitimidad y la Constitución.»
En marzo del año 2000 legitimó su poder tras una elección democrática y en 2004 fue reelecto, su campaña se centró en el apoyo a la economía de mercado y a la exaltación del nacionalismo y los valores militares a pesar que su formación era la de un hombre de leyes. En efecto en 1975, a los 23 años completó la carrera de derecho en la Universidad de Leningrado y ese mismo año ingresó en la KGB (Komitet Gosudarsvennoi Bezopasnost), el Comité de la Seguridad del Estado cuyo nombre inspiró terror durante los años de la Unión Soviética.
De 1985 a 1990 fue destacado por la KGB a su Unidad de Investigación Política y Militar en Alemania del Este y tras la caída del muro de Berlín regresó a Leningrado en 1990, habiendo renunciado de la KGB en 1991 cuando estalló el golpe de Estado de los altos mandos del Ejército contra Gorbachov. Su carrera entonces cambió de rumbo y ocupó el cargo de vicerrector adjunto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Leningrado y posteriormente dedicó su tiempo a la política municipal junto a Anatoli Sobchak, alcalde de San Petersburgo, su maestro en las aulas y luego su padrino en el campo político.
Desde 1991 a 1996 en el rebautizado San Petersburgo fue presidente del Comité para las Relaciones Internacionales del Ayuntamiento y en 1994, vicealcalde de la Ciudad, sustituyendo temporalmente al alcalde Sobchak. En 1994 se trasladó a Moscú al lado de Yeltsin como asistente del presidente de la Federación Rusa y luego en 1998 fue nombrado primer vicejefe de la Presidencia y en julio de ese año en forma inesperada Yeltsin lo designó director del Servicio Federal de Seguridad, una de las cuatro ramas de la antigua KGB.
La carrera de Putin estaba sobre rieles contando con la confianza de Boris Yeltsin, quien lo nombró Primer Ministro en agosto de 1999 llegando como tal hasta el 31 de diciembre de ese año en el que Yeltsin anunció al mundo que se retiraba designando a Vladimir Putin como presidente interino. Pasaron 3 meses y el 27 de marzo del año 2000 después de la celebración de elecciones anticipadas ganó la Presidencia con el 53%% de los votos, había surgido como un meteoro en la política rusa.
Como sucedió en la España posterior a la férrea dictadura de Franco, el derrumbe de la Unión Soviética y las consiguientes libertades conquistadas por el pueblo ruso condujeron a una serie de distorsiones que antes no eran conocidas o que se habían mantenido reprimidas. Problemas de anarquía dentro del campo de las libertades ciudadanas, desenfreno y todo lo negativo que esto arrastra consigo para la sociedad moderna. Ese acceso desenfrenado a la sociedad de consumo, el ansia de riqueza y lo que compra el dinero esté dentro o fuera de la ley, ha hecho de la rusa una sociedad conflictiva.
El crimen organizado, el mercado subrepticio de armas y el tráfico de drogas se enraizaron en Rusia en poco tiempo y la mafia rusa superó en mucho a la que habían conocido los Estados Unidos en el Chicago de los años 30 y en New York a finales de la Segunda Guerra Mundial.
Los conocimientos de Vladimir Putin, sus años de formación en la inteligencia militar y la Seguridad del Estado le han sido útiles para poder detener el posesionamiento del país por parte del crimen organizado. El surgimiento de una élite económica poderosa es un fenómeno de la nueva Rusia que también está amenazando al poder político representado por Putin. Otro cantar es el terrorismo surgido en el Cáucaso que ha provocado un enorme desgaste a su Gobierno, cuando ha tenido que combatirlo con fuerza y según sus críticos con métodos despiadados y sin consideración a los derechos humanos. Así y todo, Vladimir Putin ha surgido y se ha proyectado con la nueva Rusia como una figura que es oída dentro de los círculos de poder en las estructuras que manejan el mundo.
En sus recientes intervenciones se hace portavoz del sentir de una gran mayoría de países que ven con desagrado la posición de árbitros y jueces que han asumido los Estados Unidos de América en detrimento del Derecho Internacional y del legítimo papel de las Naciones Unidas.