Este gobierno rebasa mi capacidad de absoluto asombro. Quizás porque muchos confiamos en la figura del general Otto Pérez Molina, creímos sinceramente que al menos la violencia y la corrupción serian combatidas sin tregua y que no se repetirían vicios del pasado. Pero no, ahora la cosa es peor.
Ese adeudo que Pérez insiste que se apruebe a puro tubo por nada menos que casi SIETE MIL MILLONES DE QUETZALES, con lo cual la deuda interna y externa rondaría los CIENTO DIEZ MIL MILLONES DE QUETZALES, es un insulto a la inteligencia del guatemalteco promedio. Y lo peor es que parte de esa deuda servirá para pagar muchas “deudas de honor”, para contratistas ladrones que quieren cobrar sin haber hecho obra o haberla hecho mal. Su única justificación es que fueron de los principales financistas del actual gobierno, así como las mineras, las telecomunicaciones, los principales jefes del CACIF y sus achichincles y asumo que el narcotráfico con vestido de primera comunión.
Lo problemático de este endeudamiento, que se suma a los anteriores de este gobierno, es que ello significa que pagaremos nosotros, nuestros hijos, nuestros nietos y bisnietos una deuda deshonrosa acumulada en gran parte por los últimos tres gobiernos, aunque desde el malogrado inicio de la “era democrática”, la deuda y los robos y la corrupción que ella lleva aparejada se han multiplicado y la actual administración no podría ser la excepción, al grado de que a algunos de los altos funcionarios de esta administración, la de Berger, la de Portillo, y la de Colom son consideradas las más nefastas, después de los gobiernos que dominaron la guerra sucia de los 35 años.
Este nuevo endeudamiento no tendrá problema. Un gobierno “derechista populista” como se dice el actual, con sabias aprendices en el Congreso saben que solo es cuestión de llegarles al precio a los diputados para que la cosa pase, aunque ahora el “valor monetario” de esos votos han aumentado, así que lo que mediáticamente se dice como “búsqueda de consensos” no es más que búsqueda de precios, así de claro y la vice Baldetti, es experta en ello.
No cabe duda que la mentalidad militar de Pérez Molina se ha acrecentado ahora, como Comandante General, considera que su paz y tranquilidad no podrán ser alteradas por sus compañeros de armas (recuerdan a Peralta Azurdia y Mejía Víctores cuando destronaron a sus colegas Ydígoras y Rios Montt), por lo que cuando dice este macho es mi mula, aunque no tenga los pelos en la mano, hágase señor su santa voluntad.
Pero cerca de él están los poderes paralelos del sector privado que sustituyen las armas del Ejército por sus millones, y que tímidamente se han opuesto a este endeudamiento, con argumentos falaces y repetitivos de que “afecta la competitividad”, “baja la inversión” fomenta el desempleo “, al darse cifras macroeconómicas negativas. Por si esto fuera poco a los bonos acompañan dos préstamos que ignoro si ya tienen dictamen favorable de la Junta Monetaria, incluyendo el del representante de la Usac, que es obligatorio por mandato constitucional, aunque esta Junta es fiel servidora del señor Presidente.
Los supercacifes, al menos abiertamente, no pueden luchar, como otras veces y en otros gobiernos, contra el excesivo endeudamiento, uno porque siguen formando parte de la cúpula del poder político y dos porque parte de esa plata va para “colegas” que pagando mordidas a granel sobre todo en Covial, la Dirección de Caminos y el Ministerio, obtuvieron jugosos contratos que incumplieron, no los terminaron o fueron un desastre.
Fuera de lo anterior la ineptitud empresarial para gobernar es evidente, hemos tenidos dos gobiernos eminentemente empresariales: el de Arzú (que tuvo la firma de los Acuerdos de paz y la venida del Papa ya cocinados y el de Berger, anodino y corrupto) y para concluir con la inutilidad de un “empresario”, allí está: Muadi, el presidente del Congreso.
Cómo hace falta ahora el Muso Ayau. Solo él ponía en orden a sus discípulos….