Visten al último grito de la moda de «leche»


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Para la diseñadora Anke Domaske, la leche no sólo se toma, se usa como ropa. La diseñadora alemana de 28 años creó un nuevo textil conformado únicamente con leche que no daña el medio ambiente y ayuda a la gente con alergias en la piel. El textil, llamado «Qmilch», ya ha ganado premios, puede servir para hacer drapeados y dobleces con una textura similar a la seda, pero que se puede lavar y secar como el algodón.

Por MELISSA EDDY HANNOVER / Agencia AP

Domaske es además bioquí­mica y hasta ahora sólo ha usado la tela para crear vestidos para su marca de moda MCC, pero el próximo año planea comenzar a producirlo de forma masiva y varias compañí­as han expresado su interés en usar la tela.

El Qmilch, una combinación de la palabra inglesa «quality» (calidad) y «milch», la palabra alemana para la leche, ganó el premio a la innovación de la Asociación de Investigación Textil de Alemania, que la reconoció como una nueva fibra sustentable que podrí­a revolucionar la industria del vestido.

En la actualidad, la ropa depende de productos derivados del petróleo y muchos recursos naturales como el agua, que se emplea por miles de litros para producir tan sólo un pedazo de algodón.

«Sabemos que todo lo que está basado en el petróleo tiene un lí­mite, y que los materiales como el algodón que requieren de mucha tierra, agua y sustancias quí­micas son limitados, así­ que necesitamos pensar en la manera en la que producimos telas y textiles en el futuro», dijo Klaus Jansen director de la Asociación de Investigación Textil.

«Ella nos ha mostrado que esto puede funcionar».

Tatjana Berthold, una costurera del estudio de Domaske, ha trabajado con la tela para vestidos en el último año.

«Al principio no creí­a que estuviera hecho de leche, pero cuando trabajas con él te das cuenta de que se siente distinto a las telas normales», dijo Berthold. La costurera vio de reojo a Domaske y también confesó que se habí­a hecho una pijama con los retazos de la tela que le habí­an dado.

«Cuando lo ves, no puedes notar la diferencia, pero cuando te lo pones, se siente», dijo Berthold.

Domaske se rió y ella también confesó que se habí­a creado una pijama con la muestra de la tela tipo jersey que habí­an hecho el año pasado.

Domaske comenzó a buscar una tela natural que no irritara la piel cuando se dio cuenta que su padrastro sufrí­a de irritaciones graves durante su tratamiento contra el cáncer.

«Hay mucha gente que sufre mucho usando ropa normal; querí­a encontrar una manera de ayudarlos», dijo.

Domaske realizó una investigación sobre la proteí­na de la leche caseí­na. Aunque existen textiles creados con la fibra de la leche desde la década de 1930, dijo que la mayorí­a de ellos dependen de muchos acrí­licos.

«Pensé que debí­a ser posible hacer una tela que fuera completamente orgánica», dijo Domaske.

Tras dos años de ensayo y error trabajando en un laboratorio de investigación, Domaske y su equipo lograron un proceso que reduce la leche a polvo proteí­nico que es hervido y comprimido para formar hilos que pueden tejerse para crear la tela.

Los hilos se pueden hacer más gruesos para una textura más pesada o finos y suaves para crear una tela que se dobla y se siente como la seda.

Por si fuera poco, la diseñadora aprovecha la leche orgánica que no puede ser consumida porque no cumple con los estrictos estándares alemanes.

Domaske aceptó que el costo de su tela, de 20 euros (28 dólares) por kilo es más caro que el algodón orgánico, que cuesta un 40% menos, pero espera que la producción local mantenga los costos bajos y reduzca el precio total.

También dijo que sólo se necesitan dos litros (medio galón) de agua para producir un kilo (dos libras) de tela, el cual es suficiente para crear varios vestidos sencillos. En comparación, la misma cantidad de algodón requiere más de 10.000 litros de agua.

Lynda Grose, una consultora y profesora asociada en el Colegio de Artes de California en Oakland, que se especializa en diseños ecológicos dijo que la industria de la moda depende de la idea del desecho de los productos y que la gente siempre quiere diseños nuevos.

«Hay una enorme cantidad de desperdicio en el mundo de la moda», dijo Grose en una entrevista telefónica, y agregó que reflexionar sobre cómo puede usarse ese desperdicio podrí­a ayudar a hacer que la moda y la industria textil sean más ecológicos y menos agresivos con el medio ambiente.

Por lo pronto la industria alemana está impresionada por el invento de Domaske.

La diseñadora, que trabaja en la ciudad de Hannover en el centro del paí­s, ha recibido pedidos de fabricantes de automóviles que creen que la tela tiene posibilidades para usarse en fundas de asientos, así­ como de integrantes de los sectores médico y turí­stico interesados en materiales hipoalergénicos para las camas de hoteles y hospitales.

«La industria textil alemana puede sobrevivir contra la competencia sólo si presenta productos nuevos e innovadores», dijo Jansen. «La señora Domaske hizo esto con una materia prima y la procesó para crear algo que puede ser vendido a otras empresas para crear otros productos, es muy especial».