Visitando a Jacobo Rodrí­guez Padilla


Jacobo Rodrí­guez Padilla, durante la inauguración de la exposición en una de las galerí­as del barrio Saint Germain.

En el barrio Saint Germain des Pres, enfilándose hacia el rí­o Sena, aproximadamente a la altura frente al Louvre, uno de los sectores más exclusivos de Parí­s se abre, sobre todo en la noche, para dar paso a lo mejor del arte actual. Quien va a Parí­s y quiere tomarle el pulso al arte contemporáneo, es un buen lugar para ello. Sobre todo en este mes, en que se celebran dí­as importantes para las galerí­as parisinas.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

El barrio de Saint Germain vivió en estos dí­as la fiesta del arte en las galerí­as, evento en el que se enmarcó la exposición de Rodrí­guez Padilla.La Rue Guénégaud, en el barrio de Saint Germain, alberga algunas de las galerí­as de este sector. En la Edifor Galerie está en exposición la obra de Rodrí­guez Padilla.

Digo esto para que se tome en cuenta la verdadera dimensión de lo que puede ser exponer en alguna de estas salas no es tan fácil. Claro, hay otras galerí­as en todo Parí­s, incluso Francia, pero ninguna te da tanto estatus como éstas.

Y buscando y buscando, encontré entre estas galerí­as una exposición particular, una que recordaba los colores de Guatemala. Cuadros con pinturas de gente morena que se confrontaban entre sí­ preguntándose por su pasado y su identidad, compartí­an sala con las de otros dos pintores.

Y es que en esa sala, precisamente, se encontraba en exposición algunos cuadros de Jacobo Rodrí­guez Padilla; el precio que podrí­an alcanzar… quizá más de 25 mil quetzales.

Allí­, con su postura cansada, rodeado de gente, se encontraba uno de los grandes pintores (casi) olvidados de Guatemala. Y cansado porque a sus 87 años todaví­a pinta todos los dí­as. Todaví­a hace el esfuerzo intelectual de convertir sus ideas en formas plásticas, tarea que le requiere mucha tarea fí­sica. Sobre todo ahora que está en una fase de trabajo con alambre, como una de las obras expuestas en esta ocasión.

La actividad sirvió de excusa para reencuentros de guatemaltecos que rondan por Parí­s. Jacobo saludando con humildad a cada uno de ellos.

Las personeras de la Embajada de Guatemala en Francia lo llaman con mucho cariño: «Don Jacobito, venga y siéntese, no vaya a ser que se canse mucho». «No, no se preocupe, así­ estoy bien», responde.

Lo que parece increí­ble, incluso para que haya sido presenciado por mis ojos, es que Rodrí­guez Padilla no habí­a expuesto antes en una galerí­a de Parí­s. ¿Por qué? «Porque el pintor tiene dos caminos: uno es el de hacer dinero, y el otro es el de hacerse de buen nombre. Si yo hubiera querido hacer dinero, hubiera expuesto en una de tantas galerí­as, quizá hubiera vendido bien, pero yo no quise eso».

Pues, ahora que Jacobo Rodrí­guez Padilla es un pintor reconocido, se ha permitido exponer en una galerí­a, pequeña, pero amigable. En realidad, es de un conocido suyo y por eso también aceptó la solicitud de exponer.

Jacobo Rodrí­guez Padilla vino a Parí­s, luego de ganar un concurso artí­stico en Guatemala, en los tiempos de Jacobo Arbenz Guzmán, viajó a Parí­s para gozar de una beca. La Escuela de Arte de Parí­s recibí­a, por esa época, a los mejores estudiantes de la plástica del momento. Sin embargo, el golpe al Gobierno de Arbenz lo dejó, como a muchos otros artistas e intelectuales, en un limbo. Poco tiempo después, el gobierno de Castillo Armas cortaba el flujo monetario de la beca a Rodrí­guez Padilla.

Sin embargo, el continuó su formación, ya sea en Parí­s o México, los dos sitios donde radicó y llevó a cabo su obra.

A pesar de que el Gobierno no terminó de cumplir la beca ofrecida, Jacobo Rodrí­guez sentí­a la obligación moral de devolver a Guatemala lo que un dí­a le fue prestado, y retornó para ofrecer sus conocimientos también a jóvenes artistas del paí­s.

Pero, irremediablemente, la vida le ha marcado un camino lejos del paí­s. Pese a vivir en Parí­s desde hace décadas, las referencias artí­sticas hacia Guatemala siempre están presentes, como los cuadros y esculturas expuestas en esta galerí­a.

Jacobo Rodrí­guez, cansado quizá de un exhausto dí­a de trabajo, estaba allí­, en la soleada noche de Parí­s, soportando el sueño, con la alegrí­a de ver su obra expuesta y porque, gracias a él, se logró reunir una pequeña Guatemala en Francia.

SEMBLANZA


Juan Jacobo Rodrí­guez Padilla nació en Guatemala en agosto de 1922. Es pintor, grabador, muralista y escultor. Proviene de una familia de artistas; su padre, Rafael Rodrí­guez, también fue un destacado artista plástico, y cuyo esfuerzo fue honrado al ser denominada así­ la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en la cual también estudió Jacobo entre la década del 30 y el 40.

Por una beca del Gobierno de Guatemala, Jacobo Rodrí­guez Padilla estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Parí­s, en 1953, en la que llegó a ser uno de los dos guatemaltecos ganadores del Premio de la Escuela.

Participó con el llamado Grupo Saker-ti, un grupo literario y artí­stico que buscaba reflejar en su obra los valores sociales y económicos de los gobiernos de la Revolución.

Rodrí­guez Padilla ha realizado los murales de las salas Toltecas y Preclásico del Museo de Antropologí­a de México. Tiene estudios de arqueologí­a en museos de Guatemala, Francia y México. Actualmente vive y trabaja en Parí­s. Es uno de los más importantes escultores, pintores y muralistas que tiene nuestro paí­s.