El rey Abdalá de Arabia Saudita inició el martes una polémica visita de Estado a Gran Bretaña, donde fue recibido con pompa y protocolo por la reina Isabel II, mientras defensores de los derechos humanos protestan por los «abusos y la corrupción» del régimen de Riad.
La soberana de Inglaterra y el rey Abdalá bin Abdelaziz, que rige con mano de hierro el reino wahabita, asistieron hoy a un colorido desfile de los Guardias de la Casa Real, en el centro de Londres, donde ondeaban las banderas de los dos reinos.
Luego, los monarcas viajaron en carrozas doradas al Palacio de Buckingham, donde está alojado el rey saudita, por invitación de Isabel II, que le ofrecerá el martes por la noche un banquete de gala.
Durante tres días, el monarca de Arabia Saudita, Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas, recibirá en Londres honores y agasajos: además de ser recibido por la familia real, el rey Abadalá se reunirá el miércoles con el primer ministro, Gordon Brown, y con el jefe de la oposición, David Cameron.
Pero la primera visita de un rey saudita al Reino Unido en más de 20 años ha suscitado una controversia que difícilmente pasará desapercibida en Riad.
Políticos y organizaciones civiles han criticado que Gran Bretaña haya sacado la alfombra roja, organice desfiles y lujosos banquetes y aloje en el palacio real al rey de una nación que Amnistía Internacional coloca entre los países donde más se violan los derechos fundamentales y donde se somete a las mujeres a un régimen opresor.
«Verguenza», gritó un manifestante, mientras pasaban las carrozas reales. Y un activista de derechos humanos, Peter Tatchell, denunció la «increíble hipocresía» de Gran Bretaña, que condena a los regímenes de Birmania y Zimbabue, pero recibe con honores al monarca de un régimen represivo rico en petróleo.
La directora de Amnistía Internacional para Gran Bretaña, Kate Allen, llamó a Gordon Brown a que exprese al monarca saudita la situación «completamente inaceptable» de los derechos humanos en su país y exija «reformas rápidas».
Londres, que tiene jugosos intereses económicos en el país petrolero, alega que Riad es un valioso socio estratégico en Oriente Medio y en la lucha contra el terrorismo internacional.
Ambos reinos «comparten valores comunes», pese a las diferencias, y enfrentan «las mismas amenazas e inseguridades», subrayó el ministerio de Relaciones Exteriores británico.
La visita también estuvo rodeada de polémica debido a declaraciones del rey Abdalá, quien acusó a Gran Bretaña de no haber tomado medidas para evitar los sangrientos ataques del 7 de julio de 2005 en Londres, pese a que los servicios sauditas pasaron una información a sus colegas británicos que habría impedido esos ataques.
El gobierno británico rechazó tajantemente sus afirmaciones. «Dejamos muy claro tras los ataques que el gobierno no recibió ninguna advertencia específica de ninguna fuente», afirmó un vocero de Downing Street, la sede del gobierno británico.