El papa Benedicto XVI visitará entre el 15 y el 20 de abril Estados Unidos y la ONU en Nueva York para abogar por el respeto de los derechos humanos y tratar de pasar página al escándalo de los curas pederastas en el seno de la Iglesia católica estadounidense.
Dos etapas, en Washington (del 15 al 18 de abril) y Nueva York (del 18 al 20) integran el programa de esta primera visita del papa alemán a Estados Unidos, donde festejará su 81 aniversario y el tercero de su pontificado.
Una visita de tres horas a la sede de la ONU «será el principal acontecimiento» del viaje, en el que el Pontífice también se reunirá con el presidente de Estados Unidos, dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
En momentos en que la ONU celebra el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el discurso de Benedicto XVI estará «centrado en ese tema y sobre todo en la unidad y la indivisibilidad de los derechos humanos fundamentales», indicó el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone.
El Papa abogará ante la comunidad internacional por la necesidad de fundamentar los derechos humanos «en la justicia y la ética» y «sobre las obligaciones de proteger los derechos de los más débiles», agregó.
De este Papa teólogo poco acostumbrado a manejar las cuestiones diplomáticas, puede esperarse una reflexión teórica sobre el «derecho natural» del ser humano y sobre el «carácter sagrado» de toda vida humana.
Estos conceptos han conducido a la Iglesia católica a condenar el aborto, las manipulaciones genéticas y la eutanasia, al igual que la tortura o las formas modernas de esclavitud, y recientemente la pena de muerte, que durante mucho tiempo fue tolerada como un derecho de los Estados a defenderse.
Previamente a Benedicto XVI, Pablo VI en 1965 y Juan Pablo II en 1979 y 1995 se expresaron ante la Asamblea General de la ONU, donde el Vaticano tiene el estatuto de observador permanente.
El Papa alemán se mostró recientemente severo contra la ONU, acusada de practicar una «lógica relativista» conducente a privilegiar el consenso sobre la verdad. Pero defiende su existencia como factor de un multilateralismo considerado indispensable para el equilibrio en el mundo.
Benedicto XVI iniciará su estadía en Estados Unidos con un encuentro el 16 de abril en la Casa Blanca con el presidente George W. Bush, que lo recibirá la víspera al pie del avión.
El sucesor de Juan Pablo II suavizó las críticas de su predecesor contra la intervención norteamericana en Irak, preocupado ahora por salvar del desastre a la pequeña comunidad cristiana de ese país devastado por el conflicto.
El Sumo Pontífice se felicitará en cambio ante el presidente norteamericano por la importancia que Estados Unidos, contrariamente a Europa, otorga a la religión en el debate público, como lo hizo al recibir el 29 de febrero a la nueva embajadora norteamericana ante la Santa Sede, Mary Ann Glendon.
Este viaje tendrá además una dimensión pastoral, al encuentro de una Iglesia fragilizada por una serie de escándalos de pedofilia que implicaron a cientos de sacerdotes y varios obispos, obligando a indemnizar a las víctimas con cientos de millones de dólares.
El Vaticano aseguró que Benedicto XVI no evitará el tema sino que llamará a la Iglesia a dar vuelta a la página construyendo «una cultura de integridad, moral, justicia y confianza recíproca, sobre todo en materia de educación».
El programa cuenta además con dos misas al aire libre celebradas en el estadio nacional de Washington y en el de los Yankees de Nueva York.
Sin embargo, las imágenes que probablemente impactarán más serán las de Benedicto XVI orando en el ultimo día de su visita en la Zona Cero de Manhattan devastada por los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El papa Benedicto XVI llegará el martes a Estados Unidos para un viaje de seis días a Washington y Nueva York, durante el cual reivindicará la defensa de las raíces cristianas de Occidente pese a la indiferencia que reina sobre ello en Europa.
El viaje del Papa coincide con su 81 cumpleaños, que festejará el 16 de abril, y con el tercer aniversario de su pontificado, empeñado en la restauración de la Iglesia católica en un mundo globalizado.
«Sé que que el mensaje Evangélico está profundamente arraigado en Estados Unidos», afirmó el Papa en un video enviado hace pocos días al pueblo estadounidense.
Benedicto XVI, cuando era el cardenal Joseph Ratzinger, responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ex Santo Oficio, conocido por la mano de hierro empleada durante 24 años para defender las teorías de la Iglesia, estuvo en cinco ocasiones en Estados Unidos.
Por sus posiciones conservadoras sobre la homosexualidad, que considera una «desviación moral», fue abucheado en 1988 por asociaciones gays de Nueva York.
Las conferencias que el entonces cardenal alemán pronunció en San Francisco, Nueva York y Dallas abordaron los mismos temas que conforman hoy en día el nódulo central de la doctrina del 265º pontífice de la historia.
Todos ellos se centran en la crítica al relativismo de la sociedad occidental, la preocupación por los alcances de la investigación científica y la estrecha relación entre razón y fe.
«Benedicto XVI limitó el campo de los argumentos que la Santa Sede suele abordar para concentrarse en aquéllos fundamentales para la identidad de la Iglesia, como es la defensa del carácter sagrado de la vida», comentó un diplomático.
«A nivel internacional defiende ante todo las minorías cristianas que existen en el mundo», agregó el experto, subrayando la diferencia con su predecesor, Juan Pablo II, quien desarrolló una activa diplomacia vaticana que alcanzó múltiples sectores.
Benedicto XVI pone en práctica sus principios en la liturgia y hasta en el diálogo con los no cristianos.
Con el islam, la otra gran religión monoteísta que superó este año en número de fieles al catolicismo, defiende el principio del reconocimiento recíproco de la libertad religiosa y llegó a bautizar un ex musulmán la víspera de Pascua.
En septiembre de 2005, en Ratisbona (Alemania), cuando pronunció una disertación sobre fe y razón, no se dio aparentemente cuenta de que algunos pasajes relacionaban el islam con la violencia, lo que fue interpretado como una provocación por el mundo musulmán.
El Papa alemán, que ha lamentado el hecho de que Europa no escuche sus llamados a «una renovación espiritual y ética basada en las raíces cristinas», teme que el Viejo Continente conozca como en el siglo XX «un retroceso sin precedentes en su historia», dijo.
Todo lo contrario dijo sobre Estados Unidos tras recibir el pasado febrero a la nueva embajadora de ese país ante la Santa Sede, Mary Ann Glendon.
Ante la diplomática elogió la importancia que «el pueblo estadounidense atribuye a la religión en los debates públicos», como ha sido el caso para el aborto y la eutanasia.