Visita del presidente Colom a Cuba


Sin duda ha sido una noticia sorpresiva y grata la visita del presidente Colom a Cuba. Por un lado, demuestra el deseo de ser consecuente, por vez primera, con un paí­s que ha brindado una gran solidaridad al pueblo de Guatemala, desde siempre, y valiosa colaboración a los sucesivos gobiernos después de la firma de los Acuerdos de Paz, a veces con poca o ninguna reciprocidad, al seguir dichos gobiernos las orientaciones de Washington. Por otro lado, la visita se presta a diversas interpretaciones y manifestaciones.

Lic. Raúl Molina

Pese a que los sectores más conservadores de los Estados Unidos empiezan a preocuparse con el nuevo mapa geopolí­tico de Centroamérica, con la probable victoria del FMLN en El Salvador, e interpretan la visita como un giro a la izquierda de Colom, para quienes siguen los acontecimientos de Guatemala es claro que se trata de un gesto, positivo sin duda, pero que no constituye todaví­a una polí­tica «más progresista». La serie de gestos de Colom, desde la conmemoración de la Revolución de Octubre, el homenaje a algunos de los revolucionarios caí­dos a manos de los gobiernos militares y la Orden del Quetzal para Fidel Castro, no tendrán ninguna trascendencia si no van acompañados de hechos reales, que cambien las condiciones del paí­s para nuestras grandes mayorí­as.

Ciertamente, no es ésta la visión de los sectores más reaccionarios de Guatemala. El CACIF, al criticar la entrega de la Orden del Quetzal a Fidel Castro, se atreve a decir que a él se deben los muertos de Guatemala a lo largo del conflicto armado que vivió el paí­s. Esto no es ni histórica ni moralmente correcto. Si su vocero se hubiese preocupado de leer el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico se habrí­a enterado de que más del 93 % de las ví­ctimas -200,000 muertos y 45,000 desaparecidos -son responsabilidad del Estado guatemalteco. Y, evidentemente, el Estado no actuó solo, ya que el sector privado y los Estados Unidos formaron parte del sector dominante y represivo. Hay evidencias de que el CACIF y la Embajada de los Estados Unidos elaboraron listas de sindicalistas, campesinos, intelectuales, profesionales, estudiantes y otras personas que debí­an ser reprimidos.

Realmente, la visita a Cuba y las acciones allí­ tomadas por el presidente Colom merecen reconocimiento; pero queda mucho por hacer para que el gobierno actual se gane el respeto de las grandes mayorí­as del paí­s y pueda presentarse, eventualmente, como verdadero gobierno social-demócrata. Las masas trabajadoras y campesinas, y quienes no tienen ni trabajo ni tierra para trabajar, necesitan la atención inmediata del gobierno, particularmente en este época de crisis económica. Todos los ciudadanos, particularmente las capas medias, están urgidas de que el Estado cumpla con su función fundamental de garantizar la seguridad. Las comunidades guatemaltecas en el extranjero requieren que el Estado actúe a su favor; pero que comience por verdaderamente escucharlas. Cuatro años no serán suficientes para enfrentar estos retos y menos cuando se ha perdido uno; pero es tiempo de cambiar de rumbo. Si no, Colom será visto como la imagen del «pideví­as» del antiguo PRI mexicano: hace señales hacia la izquierda; pero dobla a la derecha.