El presidente estadounidense, Barack Obama, emprendió hoy su primera gira asiática con una visita a Japón, un país en plena mutación que busca reducir la presencia militar norteamericana y centrar su política exterior en Asia.
Obama, que llegó a media tarde a Tokio, tenía previsto reunirse por la noche con el nuevo primer ministro de centro-izquierda, Yukio Hatoyama, que como él fue elegido gracias a un programa de cambio y de ruptura con el conservadurismo.
Los dos dirigentes hablarán de sus puntos de convergencia, en materia de lucha contra el cambio climático, de ayuda a Afganistán y de desnuclearización, al tiempo que recordarán la importancia de la alianza entre Japón y Estados Unidos frente a la emergencia de China.
Pero el desacuerdo sobre al futuro de las bases militares estadounidenses, encargadas de la defensa de Japón desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial en 1945, marcará la visita, a pesar de que ambas partes decidieron confiar la cuestión a una comisión ministerial conjunta.
Tras más de medio siglo de gobierno conservador, alineado con las posiciones norteamericanas, la coalición de centro-izquierda dirigida por Hatoyama decidió equilibrar sus relaciones con Estados Unidos hacia una mayor independencia y atención a Asia, con la propuesta de construir una comunidad asiática según el modelo de la Unión Europea.
Deseoso de reducir la presencia militar estadounidense en la isla de Okinawa (sur), donde se encuentran el 75% de las bases y la mitad de los 47.000 soldados destinados en Japón, el nuevo gobierno japonés pone en entredicho el proyecto de traslado de la base aérea de Futenma, situada en una zona urbana del sur de la isla, hacia una bahía protegida más al norte.
Más de 20.000 personas manifestaron el domingo en Okinawa contra este proyecto, reclamando el cierre de la base.
Otro tema de irritación para Washington: Tokio anunció el cese el próximo enero de la misión de abastecimiento de la marina japonesa en el océano Indico, que realizaba desde 2001 como apoyo logístico a la «guerra antiterrorista» de Estados Unidos en Afganistán.
A cambio, el gobierno japonés se comprometió a proporcionar una ayuda de 5.000 millones de dólares en cinco años para la reconstrucción de Afganistán.
«El presidente (Obama) les agradecerá su compromiso renovado en Afganistán», declaró el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, a bordo del avión presidencial Air Force One.
«Hablarán de la economía mundial, del cambio climático, de Corea del Norte y de la no proliferación», agregó.
También el portavoz del gobierno japonés, Hirofumi Hirano, intentó quitar importancia a la controversia.
«Espero que esta cumbre sea la ocasión de reforzar las relaciones de confianza entre nuestro primer ministro y el presidente (Obama). Es nuestra prioridad», declaró a los periodistas.
Varias manifestaciones antiestadounidenses están previstas el viernes y el sábado en la capital japonesa, donde se desplegaron más de 16.000 agentes de policía.
El sábado, Obama debe pronunciar un discurso sobre Asia antes de almorzar con el emperador y la emperatriz.
El presidente estadounidense partirá esa misma tarde con destino a Singapur, donde asistirá al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y completará su gira con una visita de tres días a China y una etapa en Corea del Sur.
Barack Obama
Presidente de Estados Unidos
En virtud de un tratado estadounidense-japonés de 1951, unos 47 mil soldados norteamericanos están basados en Japón, más de la mitad de los cuales se encuentra en la isla de Okinawa (sur), donde su presencia es considerada como fuente de molestias e inseguridad.
Según su página web oficial, las fuerzas estadounidenses en Japón utilizan 86 instalaciones, de entre 100 m2 y varias decenas de hectáreas, principalmente en torno a Tokio y en la isla de Okinawa, «la principal base logística norteamericana en el Pacífico oeste».
El ejército estadounidense ocupa el 10% de esta isla, donde tiene destinados a 22.000 de sus hombres.
La oposición de la población local a la presencia norteamericana llegó a su apogeo en 1995 tras la violación en Okinawa de una niña japonesa de 12 años por tres marines.
La tensión volvió a reavivarse a principios de este mes tras la muerte de una persona aparentemente atropellada por un marine estadounidense que habría huido tras el accidente dejándola agonizante en la carretera.
A cambio de esta presencia, el gobierno estadounidense paga generosas subvenciones a Okinawa, cuya única fuente de ingresos es el turismo. Los que se oponen a la presencia norteamericana consideran que podrían desarrollarse nuevas actividades si Estados Unidos restituye los terrenos militares.
En mayo de 2006, Tokio y Washington firmaron un acuerdo que prevé un redespliegue global de los militares norteamericano basados en Japón.
Este incluye el traslado de unos 8.000 marines y sus familias de Okinawa hacia el territorio estadounidenses de Guam en el Pacífico, financiado en varios miles de millones de dólares por Tokio. También prevé el trasladado de la base aérea de Futenma, situada en una zona urbana de Okinawa, a una bahía protegida en el norte de la isla.
Las otras grandes concentraciones militares estadounidense están situadas en la región de Tokio (Yokosuka, Atsugi, Yokota) y en Iwakuni, en el oeste de la isla principal de Honshu, a unos 40 km de Hiroshima.