El enfoque de la realidad del país es muy distinto para la llamada cúpula del sector empresarial y buena parte de la Prensa, que para el gobierno y otros sectores de la sociedad. El tema del presupuesto hizo aflorar en extremo tales diferencias, al punto de que actualmente podemos asegurar que hay ya planteada una seria confrontación con variadas manifestaciones que no hacen sino confirmar el distanciamiento.
Mientras el gobierno y el mismo presidente Colom llamaron a «defender» el presupuesto que fue rechazado por el CACIF, en la Prensa se realizaron reportajes para comprobar que las manifestaciones fueron «orquestadas» por funcionarios del régimen y se comparó la movilización con la que hiciera en su tiempo el FRG en aquel célebre Jueves Negro, no obstante que el comportamiento de quienes marcharon el martes no tiene nada que ver con las huestes de los seguidores de Ríos Montt que buscaron amedrentar a un poderoso sector de la sociedad.
Subyacente en toda la disputa está la figura de la esposa del presidente Colom que se ha convertido en el punto central de la controversia por el impulso a los programas de cohesión social. Y no hace falta destacar que si algo molesta al mandatario son los señalamientos en contra de su esposa porque sus reacciones más airadas siempre han tenido que ver con las críticas que le hacen a la señora Torres de Colom.
Tenemos la impresión de que se está llegando, si no es que ya lo pasamos, al punto en el que no hay retorno en la disputa y la confrontación porque el tono ha rebasado los límites de lo tolerable, de uno y otro lado. El debate sobre las cuestiones fiscales no se ha centrado con seriedad y responsabilidad en los temas de recaudación y calidad del gasto, que debieron ser los principales, sino sobre los programas de la esposa del Presidente que son los que despiertan mucha roncha y generan los mayores resquemores.
Una forma de aliviar la tensión sería imitar lo que hizo en su tiempo la señora Clinton cuando, como Primera Dama, se hizo a un lado en la reforma de los programas de salud tras fallar en su primer intento, al entender que su presencia generaba anticuerpos que al final dañarían su proyecto. Pero allá no se había llegado al punto de la satanización que hemos visto aquí y su esposo guardó una postura mesurada frente a las críticas para no generar confrontaciones irreductibles. Si el debate fuera sólo sobre las visiones del presupuesto, habría posibilidad de acuerdos, pero siendo sobre cuestiones personales no se ve salida.