Seamos los guatemaltecos autores y actores de nuestras propias posibilidades, con esfuerzos, trabajos, sacrificios salariales y gananciales por todos; sin que ninguno se quede atrás en su propio país latino. Proveamos pan para los hambrientos, trabajos para los brazos que no lo encuentran honradamente, tierras ociosas para ser sembradas por los que las merecen y no las tienen en grandes mayorías; y que todos tengamos con el sacrificio de todos, el costo justo y humano de la vida en alimentos básicos y demás productos nacionales, para sustento, cobijo, justicia y recreación sin que haya aislamiento entre los países latinoamericanos, ni discriminación para Norteamérica; tampoco distinción de clases sociales, compromisos políticos interesados, ni ataques sistemáticos y obcecados, que mantengan el subdesarrollo de nuestros países en provecho siempre de los mismos, que así lo han mantenido y así lo quieren.
En vez de candados a los tesoros de cada nación como grilletes de inmovilidad; con ellos se dinamicen proyectos concretos, inteligentes, que las hagan productivas y prósperas, con directrices y límites constitucionales, en vez de sueños aventureros que nos distancien a unos de los otros, o palabras prometedoras que luego se esfuman.
La ociosidad y la ingobernabilidad sin transparencia de probidad, serán siempre el caldo de cultivo de todo mal. La ociosidad encubre a irresponsables vividores que no trabajan, y si dilapidan el dinero a manirrotismo y fines políticos ulteriores con proveerles a su ociosidad; o mantiene de ellos los reclamos de nunca terminar, lo que ya es una catástrofe permanente en nuestro país que subsidia y extiende la pobreza. En vez de atender a madres y niños necesitados por la desnutrición y con hambre, que la padecen por fenómenos de la geografía donde nacieron y viven, o de la naturaleza, tal como las Naciones Unidas aconseja para Guatemala.
Sería mejor que en correcta gobernabilidad se dejara de premiar a los explotadores del prójimo, como a los vividores del Estado que son los más y muchos, que hacen riquezas deshonestas que ocultan en el paraíso del robo al fisco y a su pueblo. No crear más procuradurías de nada a favor de lo bueno, ni nada en contra del mal común que nos azote, ni con salarios más altos del régimen de vida que se estile en cada país, para el ahorro igualmente popular.
Que cesen ya en los países latinos los desfiles de huelgas que son causa de suciedad del decoro y decencia en ciudades y paredes con el cierre de calles, avenidas, carreteras, y tomas para obstaculizar la productividad del trabajo honrado, en pérdida de la economía del país y su descrédito ante el mundo; que no son más que señuelos políticos de gobiernos perdidos en la anarquía; que se esconde en las «asambleas permanentes de haraganería»; la práctica deshonesta de no servir al humano; amenazadores de tomas de dependencias oficiales, y de hecho, usurpadores de las autoridades constituidas que es contra la integridad del Gobierno y de las instituciones sociales.
Es más que seguro que el periodismo serio, profesional y con madurez, siempre apoyará los sueños criollos, visionarios de soluciones positivas y reales; y no los sueños aventureros de los hambreadores del pueblo y fomentadores del subdesarrollo, que siembran dudas y elucubran críticas no constructivas.