Nada ilustra mejor la corta visión que tienen nuestros políticos que la implementación del Impuesto Extraordinario y Temporal de Apoyo a los Acuerdos de Paz, (IETAAP), diseñado para servir únicamente al gobierno del presidente Berger, quien se sintió obligado a cambiar el impuesto anterior por una promesa de campaña, y lo que hizo fue crear uno nuevo que durará hasta que él termine su gestión presidencial, dejando muy comprometidas las finanzas para quien resulte electo en septiembre.
En cualquier país del mundo uno supone que los gobernantes actúan con visión de Estado, con una dimensión que trasciende su período de gobierno para proyectar sus beneficios a lo largo del tiempo. En cambio en Guatemala nuestra visión es tan corta que hasta la misma población acepta esos desaciertos como la cosa más normal del mundo no obstante que la más elemental de las lógicas tendría que habernos hecho pensar en las consecuencias desafortunadas de un punto de vista tan estrecho.
El tema fiscal ha sido permanente asunto de debate en Guatemala porque, como ya hemos dicho varias veces, nuestro origen como nación independiente tuvo más que ver con el anhelo de los criollos de suspender el pago de impuestos a la Corona española que con la verdadera ansia de libertad. Como nuestra independencia no fue asunto del pueblo, sino de un grupo de privilegiados que ya no quería pagar tributos a España, hemos mantenido, desde entonces, una política muy congruente en cuanto a no pagar impuestos, a buscar la forma de mantenerlos bajos o de evadirlos en la medida de lo posible, medida que aquí sigue siendo muy ancha.
El IETAAP es un impuesto casuístico, pero si bien fue iniciativa del Gobierno, fue apoyado por otros bloques que no pusieron objeción a la propuesta del Ministerio de Finanzas porque no quisieron meterse a complicaciones a la hora de tocar el peliagudo tema de los impuestos. Hoy en día se advierte que habrá una rebaja de más o menos 0.8% en la recaudación tributaria con respecto al Producto Interno Bruto, lo cual es mucho si tomamos en cuenta que nuestra recaudación no ha alcanzado aún la meta de apenas el 12 que se había establecido en los Acuerdos de Paz. En otras palabras, es un porcentaje importante de ingresos los que se perderán y ojalá que el próximo gobierno no vaya a pensar en otra salida tan temporal que ni siquiera le pueda tapar el ojo al macho. Y es que el Gobierno pudo haber diseñado el IETAAP para tres o cinco años, pero hacerlo justo para cubrir los cuatro años de la presidencia de Berger fue una muestra de irresponsabilidad avalada por las bancadas que le dieron su bendición a ese impuesto. Desde ahora los partidos tendrían que iniciar un esfuerzo serio por buscar la solución a ese agujero fiscal.