Hombres encapuchados del Hamas se han desplegado hoy en el centro de la ciudad de Gaza y las calles aledañas están desiertas: un día después del tiroteo contra el convoy del primer ministro Ismail Haniyeh, Gaza parece en estado de sitio.
En la calle Nº 1, una de las principales arterias, hay numerosos combatientes. Algunos están apostados en los techos, otros al volante de camionetas que bloquean la calle.
A dos pasos del lugar, en el estadio Yarmuk, dentro de unas horas tendrá lugar una manifestación para festejar los 19 años del nacimiento del movimiento, creado por el jeque Ahmed Yassin, su figura histórica, asesinado por Israel en 2004.
«Desplegamos nuestras fuerzas para proteger la celebración. La situación es extremadamente tensa, pero impediremos todo enfrentamiento entre los grupos», asegura un responsable de las Brigadas Ezzedin Al Qassam.
Si bien las calles generalmente están tranquilas hoy, día de descanso semanal, ahora se ven increíblemente vacías, y circulan pocos vehículos.
Este despliegue se produjo luego de que el Hamas acusara a la guardia presidencial de Mahmud Abas de haber tratado de asesinar a Haniyeh cuando disparó contra su convoy en el momento en que éste se disponía a partir anoche del terminal fronterizo de Rafah, entre la franja de Gaza y Egipto.
Haniyeh estuvo bloqueado casi ocho horas en el lado egipcio del terminal, debido al rechazo israelí de dejarlo pasar hacia la franja de Gaza con millones de dólares recolectados durante una gira por países musulmanes, en particular Irán.
Sus partidarios atacaron el terminal antes de saquearlo, provocando violentos enfrentamientos armados con la guardia presidencial. En los mismos murió uno de los guardaespaldas de Haniyeh y unos 20 hombres fueron heridos, entre los cuales un hijo del primer ministro.
Sentados cerca de la entrada del estadio, con el cintillo verde de su movimiento en la cabeza y un kalashnikov o un lanza cohetes en la mano, algunos «Hamsawi», los combatientes del Hamas, conversan, acusando a miembros del Fatah de querer provocar un «golpe de Estado».
A unos 500 metros, elementos de la Seguridad Nacional controlan un cruce y observan los jeeps de sus rivales pasar a toda velocidad delante de ellos.
«La situación no es normal. Es el caos total. Hay tentativas de secuestros, enfrentamientos armados, despliegues del Hamas en Jabaliya (norte) en Gaza», exclama Ahmed, uno de los miembros de esta fuerza, fiel al presidente Abas.
«Ya no se sabe quien es el responsable de la seguridad en este país: ¿el Hamas, la Autoridad Palestina, los Qassam, el Fatah?, se interroga Ahmed, lamentando las «provocaciones» de los militantes del Hamas a bordo de sus camionetas equipadas con altavoces.
«Es muy peligroso. Si hay un loco entre ellos que quiere provocarnos y que dispara una sola vez, habrá muertos», dice preocupado.
Al otro lado de la ciudad, el barrio de la residencia de Mahmud Abas y de las oficinas de la presidencia está acordonado por la guardia presidencial, que detiene y controla todos los vehículos que se aproximan.
Uno de los militares, que se niega a dar su nombre, afirma con expresión sombría cuando se le pregunta si teme enfrentamientos con el Hamas: «No iremos a buscarlos, pero si llegan, nuestras fuerzas están listas».