El giro ideológico que se puede apreciar en el panorama de América Latina, tan evidente ahora en la cumbre realizada en El Salvador, no puede considerarse como producto del capricho ni del triunfo del populismo, sino más bien como resultado del fracaso de los modelos económicos que el Fondo Monetario Internacional impuso a estos países en los que se obligó a postergar el tema social en aras del mayor aliento a la privatización y la desregulación de la economía.
El problema estriba en que la pobreza en la región no sólo no retrocedió sino que se incrementó como consecuencia de tales políticas que forzaron al abandono de la inversión social y por ello los políticos del lado izquierdo del espectro han encontrado más facilidades para propagar su mensaje. Pero es importante insistir en que no se trata de que éstos hayan encontrado un mensaje mejor y más atractivo, sino que el fracaso de la contraparte es tan evidente que abre toda una gama de posibilidades a sus críticos.
Y ello sin contar con las experiencias que se han vivido en los últimos meses y más dramáticamente en las últimas semanas, cuando la economía mundial entró en barrena como consecuencia de las políticas que en alguna ocasión el mismo Vaticano calificó como de capitalismo salvaje porque privilegiando el mercado sobre cualquier otra consideración, se desentendieron del ser humano y de sus necesidades, mismas que fueron supeditadas a una idea en la que todo giró alrededor de la oferta y demanda.
Al fin y al cabo el interés de la gente está en la pacífica convivencia y en las facilidades para realizar los fines propios del ser humano. Una vida con dignidad y oportunidades es todo lo que se espera y los giros políticos a lo largo de la historia han sido determinados cabalmente por esa eterna búsqueda del bienestar, de la prosperidad y la dignidad plena del ser humano. Pero es importante destacar que así como el ciclo ahora se orienta en la dirección apuntada, de no producir los resultados esperados el péndulo volverá a moverse en otra dirección. En la medida en que los países se ven atrapados por la corrupción que no es patrimonio ni de la derecha ni de la izquierda sino de los pícaros, siempre habrá voto de castigo y seguiremos presenciando esos virajes políticos que a veces resultan difíciles de entender si no es a la luz de esa permanente frustración ciudadana. La humanidad no está atada a una ideología o a una idea en particular, sino actúa de acuerdo a sus intereses básicos y más sencillos.