Violentados


Parecí­a un dí­a normal, normal dentro de lo que cabe, claro, porque en Guatemala la normalidad no existe. Es decir, la monotoní­a es impensable, atracos a mano armada, pilotos de buses asesinados, avionetas que caen sobre fábricas, correntadas de agua que se llevan la vida y  los sueños de muchos, en fin. 

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es

Al llegar a la oficina, a las ocho de la mañana, me encontré con la ausencia del equipo de cómputo, vidrios rotos, archivos revueltos, chapas rotas  y una terrible sensación de miedo.

A medida que el tiempo transcurrió y las autoridades y demás compañeros de oficina llegaron, el sentimiento cambió por rabia. Nosotros al igual que otras organizaciones habí­amos sido violados en nuestro espacio seguro. El lugar en el que incluso pasamos más tiempo que en nuestras casas se habí­a roto en pedazos gracias a la impunidad, la violencia y prepotencia que impera en el paí­s.

Estábamos siendo de alguna forma presionados a limitar nuestra libertad de expresión, invitados a retroceder, avisados quizá de que en este paí­s no es bien visto el trabajo hecho con esmero y dignidad, de alguna forma, según ellos, los violadores: censurados.

Curiosamente, el dí­a que este hecho violento ocurrió, los encargados de seguridad del condominio y la empresa  contratada para ese fin no vieron nada extraño, no se enteraron.

Las huellas de los delincuentes quedaron borradas junto con las nuestras y mucha información se perdió como en antaño en un paí­s en donde suprimir, acallar y contener sigue siendo por lo visto una consigna.

Horas más tarde, un nuevo sentimiento nos invadió: decepción, tristeza, desconsuelo. Sin embargo, gracias al apoyo recibido por gente entrañable, amigos  y personas respetuosas de los derechos humanos y la libertad de expresión, volvimos a abrigar ese deseo de continuar con nuestro trabajo, animosos, respetuosos y consecuentes.

No obstante, exigimos a las autoridades  el esclarecimiento del caso, esperamos que no sea un archivo más guardado en el cajón del olvido, para que en Guatemala empiece a respetarse la vida, el trabajo y la libertad de expresión.