Martha se alejó repentinamente del Centro de Apoyo Integral para Mujeres Sobrevivientes de Violencia (CAIMU), ubicado en el centro de la ciudad, donde recibía ayuda, ya que por años fue víctima de malos tratos de su esposo; cuando la trabajadora social logró localizarla, la mujer estaba en la etapa terminal de cáncer, dado que su compañero le impidió recibir asistencia médica.
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La gran mayoría de mujeres que está sometida sistemáticamente y por un tiempo extenso a un trato violento por su condición de género, principalmente en el hogar, es altamente vulnerables a desarrollar enfermedades psicosomáticas; sin embargo, aún se desconoce la situación real de la salud de las mujeres sobrevivientes o víctimas de violencia en el país.
Según la doctora Aída Saravia, coordinadora del CAIMU, no se puede determinar certeramente el porcentaje o la cantidad de mujeres que sufren enfermedades crónicas, a consecuencia del estrés, angustia y el temor al que están sometidas, lo cual «apresura» el aparecimiento de una enfermedad.
La psicóloga Ana María Jurado, directora del Instituto de Psicología Aplicada, coincide en que las mujeres víctimas o sobrevivientes de violencia, que han permanecido en ese contexto por largo tiempo a esas situaciones, generan condiciones de estrés crónico, lo cual las hace mucho más vulnerables a dolencias emocionales y físicas.
ENFERMEDADES
La psicóloga indicó que la mujer violentada está expuesta a desarrollar depresión, y ansiedad, de las cuales se derivan una serie de cuadros psicosomáticos, como la diabetes, cefalea por tensión, migraña, hipertensión arterial, gastritis, colon irritable y reumatismo, entre otras.
Hay estudios que demuestran que estas enfermedades o la mayoría tienen un componente psicológico, de tal manera que una depresión crónica puede llevar a una persona a desarrollar cáncer o diabetes», explicó.
Saravia agregó que, las mujeres están educadas para priorizar la salud del resto de la familia antes que la propia, por lo que no se toman el tiempo para cuidarse y asistir al médico. «Primero es la salud de los demás, y entonces la situación se complica», adujo.
De acuerdo con la directora del CAIMU, es importante recordar que la mayor cantidad de mujeres adultas no dedican tiempo para hacerse periódicamente los exámenes médicos y mucho memos los ginecológicos, ya que en la mayoría de ocasiones, los convivientes no lo aceptan.
Saravia también explicó que tal situación propicia que la enfermedad avance o no sea detectada tempranamente para que la víctima reciba el tratamiento adecuado.
SIN ESTADíSTICAS
Actualmente se carece de estudios que determinen si la exposición a una vida llena de violencia es la causante primaria de ciertas enfermedades, sin embargo, tal situación no ha sido descartada.
Para Karla Lemus, del Grupo Guatemalteco de Mujeres, conocer a ciencia cierta el fenómeno es complicado, ya que tendría que realizarse un estudio con mujeres, relativamente sanas, y someterlas a una situación sistemática de violencia, para comprobar si en efecto eso generó alguna de las dolencias mencionadas.
Nos tenemos que quedar con la sospecha, hasta que generemos formas de investigación distintas», adujo.
Las entrevistadas coinciden en la importancia que tiene el sistema de salud en la detección e identificación de las mujeres que son víctimas de violencia, ya que tal desconocimiento imposibilita una atención integral a las pacientes.
En el sistema de salud nacional no creo que se hagan esos registros; ni la detección de la violencia, por lo que solo tratan la parte física y allí quedó, no hacen la relación con todo lo demás», aseveró.
A criterio de Ana María Jurado, «no hay un verdadero interés político por la salud de la mujer; en otros países se tienen institutos de estudios de la mujer para evidenciar su situación, pero aquí apenas se están logrando espacios para que se reconozca la violencia basada en género», lamentó.
CAUTIVERIO
La historia de Martha es dramática, ya que se ausentó del CAIMU debido a que su conviviente la tenía prácticamente en cautiverio, según corroboró la trabajadora social que buscó la forma de «sacarla de su casa» y llevarla al hospital. Por tal razón, ella no se hizo los exámenes médicos y el cáncer avanzó hasta una etapa terminal. Martha estaba más preocupada por sus hijos que por su salud.