Violencia podrí­a propagarse


El canciller francés Douste-Blazy visita Dafur.

La regionalización tan temida de la crisis de Darfur parece haberse concretado estas últimas semanas en la zona ya inestable de las «tres fronteras», en los confines de Sudán, Chad y República Centroafricana, que se hunde un poco más cada dí­a en la violencia.


«El conflicto de Darfur está desbordándose a los paí­ses vecinos», constató un diplomático africano que pidió el anonimato. «Mientras no haya paz en Sudán, los riesgos de desorden regional son enormes», advirtió.

El presidente de la Comisión de la Unión Africana, Alfa Umar Konaré, también alertó sobre «un riesgo de conflicto regional».

«Lo que ocurre hoy en Chad y en la República Centroafricana es la consecuencia de Darfur», afirmó el diario francés La Croix del martes.

Estas afirmaciones se basan en los últimos desarrollos de una crisis que estalló en febrero de 2003 en Darfur, en el oeste de Sudán, entre rebeldes de etnias africanas y el ejército de Jartum, apoyado por milicias árabes yanyawids.

El conflicto se propagó rápidamente al este del Chad, adonde se desplazaron decenas de miles de refugiados sudaneses.

A fines de octubre, los rebeldes chadianos de la Unión de Fuerzas por la Democracia y el Desarrollo relanzaron las hostilidades en el sureste de Chad, fronterizo con Sudán. Los rebeldes pusieron de nuevo en dificultades al gobierno del presidente Idriss Deby Itno, que acusa a Jartum de apoyar a los insurgentes.

La tregua que siguió no duró mucho tiempo. Una ola de violencia entre comunidades se abatió durante dos semanas sobre el este del Chad, donde ya dejó más de 300 muertos.

Las autoridades decretaron el lunes el estado de emergencia sobre gran parte del territorio de Chad para intentar frenar estas matanzas, y denunciaron «una estrategia global elaborada e implementada por el gobierno sudanés para la desestabilización en Chad».

Según varios testigos, fueron árabes bien armados y que se transportaban a caballo quienes atacaron y quemaron varios poblados no árabes.

«Esto se asemeja a lo que pasa en Darfur», donde los yanyawids están acusados de perpetrar abusos similares contra las poblaciones de etnias africanas, remarcó el diplomático.

Jartum siempre desmintió querer perjudicar a Chad, a quien acusa no obstante de apoyar a los rebeldes de Darfur.

La tensión entre Sudán y Chad es palpable desde hace tiempo, pero ahora, además, el conflicto parece extenderse a la República Centroafricana.

Los rebeldes centroafricanos de la Unión de las Fuerzas Democráticas para la Formación tomaron el 30 de octubre la ciudad de Birao, en el noreste del paí­s fronterizo con Chad y con Sudán, antes de avanzar hacia el suroeste. Allí­ también, el presidente Franí§ois Bozizé, aliado fiel de su homólogo del Chad, se enfureció con Jartum.

«Cualquiera sea el papel de Sudán, todas estas crisis están relacionadas. Las fronteras son completamente porosas, los diferentes grupos las atraviesan sin problemas y las armas circulan alegremente», destacó otro observador.

Innumerbles grupos armados encontraron terreno fértil para sus actividades en la región desértica y poco poblada de las «tres fronteras», donde grandes territorios escapan a todo control.

«Toda solución debe ser regional», estimó el diplomático, que sugirió el despliegue de una fuerza internacional a lo largo de estas fronteras. Esta solución, impulsada por Chad y República Centroafricana, fue mencionada esta semana en El Cairo y en Jartum por el ministro francés de Relaciones Exteriores, Philippe Douste-Blazy, pero tuvo sólo un tibio recibimiento.