Miles de universitarios estadounidenses aprovechan el receso de marzo para volar a paradisíacos destinos de México como Acapulco o Cancún, ajenos a advertencias sobre la violencia del narcotráfico que hace 10 días se cobró la vida de dos estadounidenses en la frontera.

Mientras en Ciudad de México equipos de los dos países, encabezados por la secretaria de Estado Hillary Clinton, analizaban en una reunión que culminó este martes, problemas de seguridad creados por los carteles de la droga, en Cancún los festivos «spring breakers» estadounidenses se exponían al riesgo de altas dosis de sol, licor y otros excesos.
«Nosotros consideramos la violencia antes de venir, pero ahora siento que estoy segura aquí», dijo Keith, una estudiante de 21 años de la Universidad de Colorado que pasa sus vacaciones con una amiga en Cancún.
El asesinato hace diez días en la conflictiva Ciudad Juárez de los dos estadounidenses, una funcionaria consular y su esposo, así como de un mexicano casado con una empleada de esa representación, provocó que Washington alertara a sus ciudadanos sobre los riesgos de visitar algunas zonas de México.
Esa advertencia, sin embargo, no afecta a los destinos turísticos como Cancún, sobre el mar Caribe o Acapulco.
Miles de jóvenes con vasos de cerveza en las manos bailaban en una concurrida playa de Cancún, donde la estruendosa música apagó el ruido de las olas.
«Este año empezamos con el pie derecho, porque aquí es parejo, cuando hay turismo, hay trabajo para todos», sostiene el taxista José Rodríguez al recordar la difícil situación que vivió Cancún el año pasado cuando la crisis económica y la pandemia por la gripe H1N1 prácticamente vaciaron las playas.
México, el país que más turistas atrae en América Latina, vio caer en 2009 el número de visitantes a 21,5 millones (1,1 millones menos que en 2008) mientras los ingresos generados por el turismo disminuían a 11.265 millones de dólares, 2 mil millones menos que en 2008.
Aunque no hay una cifra precisa, estimativos de la policía mexicana señalan que cada año entre 100 mil y 150 mil universitarios estadounidenses, especialmente de los estados del sur, cruzan la frontera en la temporada que va de la última semana de febrero a la primera de abril.
El panorama de Cancún se repite en Acapulco, el balneario sobre el Pacífico, también inundado de turistas, pese al asesinato las últimas dos semanas de unas 50 personas, la mayoría en acciones atribuidas a pistoleros de narcotraficantes.
Se estima que unos 8 mil «spring breakers» ocupan los hoteles y otro alojamiento en Acapulco. «Un poco menos que los años anteriores cuando llegaron a ser unos 12 mil, y esto puede deberse a los mensajes oficiales de prudencia de Washington», comentó telefónicamente Covandonga Gómez, de la Asociación de Hoteles y empresas turísticas local.
En tanto en Cancún, el mayor polo de atracción internacional de México, se registró el fin de semana una ocupación de 85% en unas 85 mil habitaciones, según informó el lunes el presidente Felipe Calderón.
«Yo no tenía miedo, pero Niki y Alex, mis amigas, tenían miedo de que las robaran, de que las secuestraran y tenían miedo de venir, pero ahora están felices, hemos salido en las noches a bares y clubs y no hay ningún problema», advirtió Gina, de 21 años y que estudia biología en una universidad de Illinois.
«Yo amo Cancún y definitivamente volveré en el futuro», asegura por su lado Mark, un médico inglés de 26 años, mientras fuma tranquilamente entre otros «spring breakers», un cigarro de marihuana, cuya venta está prohibida en México.