Violencia infantil callejera


La violencia infantil no se produce solamente dentro del hogar, sino también por la calle, pero no por esa violencia que se ha denunciado muchas veces en contra de los adolescentes abandonados y que queda impune. No, es la que vemos por ejemplo: cuando una mamá, un papá o un hermano mayor lleva de la mano a un chiquití­n a veces apenas de año y medio o dos, a halones casi colgando en el aire, pues se pretende que dé el paso a la misma velocidad y del mismo largo que el adulto, y si llora porque le duele la muñeca que es débil o porque arrastra los pies, se le reprende y hasta flagela.

José Antonio Garcí­a Urrea

Otras veces se le regaña porque no hace las cosas al igual que los adultos, cuando ni su cerebro, su cuerpo están capacitados para ello. Esta conducta se ve a diario por las calles, si algún transeúnte llama la atención sobre ello, le responden que no tiene por qué meterse en asuntos que no son de su incumbencia, que vaya a hacerlo a su casa.

Otra veces el «papá» incita al pequeñí­n, que no entiende lo que se le ordena, que propine puntapiés a la mamá porque él se enojó con ella y le ha propinado varias cachetadas ante el asombro y molestia de los transeúntes, que tampoco intervienen para no ser insultados por el «valiente» marido. Este niño ya joven procederá de la misma manera cuando tenga su novia, y más adelante su mujer o su esposa, si es que contrae nupcias. Así­ también, todo ello se queda sin castigo por el hecho de ser una actitud callejera.

Ante todo esto, debiera implementarse programas que inculquen a los niños y jóvenes, desde sus primeros años escolares, a respetar a sus semejantes, especialmente, en el entorno familiar o callejero.