Villepin y Sarkozy medirán fuerzas


Los cuadros de izquierda a derecha muestran al presidente francés Nicolas Sarkozy, Imad Lahoud el informático libanés supuesto autor de las listas falsas y al ex primer ministro Dominique de Villepin.

FOTO LA HORA:   AFP GERARD CERLES/ JEAN AYISSI/ STEPHANE DE SAKUTIN» title=»Los cuadros de izquierda a derecha muestran al presidente francés Nicolas Sarkozy, Imad Lahoud el informático libanés supuesto autor de las listas falsas y al ex primer ministro Dominique de Villepin.

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<p>El ex primer ministro Dominique de Villepin y el presidente Nicolas Sarkozy, medirán sus fuerzas a partir del lunes en el juicio polí­tico de la década en Francia, el sonado caso Clearstream, una supuesta maquinación polí­tica en la que intervinieron jueces, espí­as e industriales.</p>
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El ex primer ministro francés Dominique de Villepin (2005-2007), uno de los cinco acusados, estará en el banquillo por «complicidad en denuncia calumniosa, complicidad en el uso de documentos falsos, ocultamiento de robo y ocultamiento de abuso de confianza».

El actual mandatario francés, Nicolas Sarkozy, rival de Villepin por la candidatura de la derecha en las elecciones presidenciales de 2007, será una de las 41 acusaciones civiles del caso que arrancó en 2004 y que está basado en una lista falsa de personalidades que tení­an cuentas en una entidad financiera luxemburguesa llamada Clearstream.

Sarkozy, que por entonces era ministro de Economí­a -antes habí­a sido de Interior-, y Villepin -que era ministro de Relaciones Exteriores y luego fue a Interior-, ambos en el gobierno de Jacques Chirac (1995-2007), aparecí­a en el listado con sus patroní­micos «Stephane Bocsa» y «Paul de Nagy».

El escándalo salió a la luz en la primavera boreal de 2006, cuando la prensa se hizo eco de que un juez, Renaud van Ryumbeke, que comparecerá como testigo, habí­a recibido una carta que denunciaba una red de corrupción y contení­a datos de cuentas supuestamente procedentes de Clearstream, un organismo europeo en el que instituciones financieras y bancos se intercambian acciones y obligaciones.

Esas cuentas en Cleastream, que en 2008 tení­a activos por 10,6 billones de euros, estaban vinculadas con la venta de fragatas de la empresa francesa Thompson a Taiwán en 1991, en la que no habrí­an faltado los millonarios sobornos. Ese caso estaba en manos de Van Ryumbeke.

Denis Robert, periodista que trabajaba entonces para el diario Liberation, y que investigó sobre Clearstream; Jean Louis Gergorin, ex vicepresidente del consorcio aeronáutico europeo EADS y asesor de la cancillerí­a cuando ocurrieron los hechos, que reconoció haber sido el «mensajero»; Imad Lahoud, informático libanés supuesto autor de las listas falsas y Florian Bourges, son los otros cuatro procesados.

Lahoud afirmó dí­as atrás a un diario francés que habí­a alterado las listas de Clearstream «con conocimiento de Dominique de Villepin», que podrí­a ser condenado a cinco años de cárcel.

Al Journal du Dimanche, Lahoud dijo que «la conspiración contra Nicolas Sarkozy habí­a sido perpetrada con conocimiento de Dominique de Villepin».

«Siempre dije que querí­a saber quién puso y por qué mi nombre en esa lista», afirmó hace poco Sarkozy durante un viaje oficial a Brasilia.

Desde que se destapó el escándalo Clearstream, Villepin, que comparecerá el 30 de septiembre, se ha declarado «ví­ctima de una instrumentalización polí­tica».

La Fiscalí­a llamará al estrado al general Philippe Rondot, ex consejero de inteligencia y operaciones exteriores, uno de los primeros en investigar la veracidad de las listas que supuestamente procedí­an de Clearstream.

Pierre Bousquet de Florian, ex patrón de la Dirección de Vigilancia Territorial (DST), Serge July, ex responsable de Liberation, Jean Claude Couserran, ex responsable de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), Yves Bertrand, ex director de Informaciones Generales (RS, servicio de inteligencia policial) y Mike Turner, ex director del grupo armamentí­stico BEA Systems, figuran entre los testigos que serán citados a declarar.

En las listas falsas también aparecí­an otras conocidas figuras como el actual director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn.

El juicio, que se prolongará hasta el 23 de octubre, se desarrollará en el Tribunal de Gran Instancia de Parí­s en la sala I de lo Civil, la misma en la que hace más de dos siglos Marí­a Antonieta fue condenada a la guillotina.

ANíLISIS Enemigo jurado


El ex primer ministro francés Dominique de Villepin, inculpado en el juicio que se abrirá el lunes en Parí­s, es un enemigo jurado del presidente Nicolas Sarkozy, que lo acusa de haber orquestado un falso entramado de corrupción para frenarle el paso hacia el Elí­seo en 2007 y acabar con su carrera polí­tica.

Alto, apuesto y canoso, Villepin, de 55 años, fue un polí­tico fiel al ex presidente francés Jacques Chirac (1995-2007), que siempre se presentó como la alternativa en el seno de la derecha a su archirrival Sarkozy, que de su lado, soñó con poner fin definitivamente a las ambiciones polí­ticas del ex canciller.

Aristócrata de amplios gestos y cómodo con la palabra, Villepin, nacido el 14 de noviembre de 1953 en Rabat (Marruecos), pasó su juventud en América Latina, Estados Unidos e Italia y estudió en Parí­s.

Gaullista ferviente, gran conocedor de la epopeya napoléonica y apasionado por el arte y la poesí­a, está casado y tiene tres hijos.

Después de pasar varios años en la sombra del poder, Dominique Galouzeau de Villepin hizo su aparición en la escena polí­tica francesa e internacional cuando asumió, en 2002, el ministerio de Relaciones Exteriores, en el gobierno de Chirac.

Siendo canciller de Francia, Villepin asumió personalmente la causa de la liberación de la franco-colombiana Ingrid Betancourt, ex candidata a la presidencia de Colombia secuestrada meses antes por la guerrilla de las FARC.

Ex profesor de Betancourt en la universidad en Parí­s y amigo de quien permanecerí­a en poder de la guerrilla hasta julio de 2008, Villepin fue quien ordenó en 2003 una fallida operación casi secreta, para liberarla.

En marzo de ese mismo año, fue Villepin quien defendió fervientemente ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que en un hecho inédito aplaudió su discurso, la decisión de Francia de oponerse de manera tajante a la guerra de Irak.

De la cancillerí­a, este diplomático de carrera, reemplazó a Sarkozy al frente del ministerio del Interior, para que los franceses conocieran mejor a quien pretendí­a ser el sucesor de Chirac en el Palacio del Elí­seo.

Un año más tarde, Villepin se convertí­a en primer ministro de Francia.

Sus seguidores creyeron que su destino en la presidencia era un hecho consumado cuando presidió una reunión de gabinete tras la hospitalización de Chirac a raí­z de un accidente cerebral en septiembre de 2005.

Pero la suerte cambió de mano.

Desde que salió a la luz el caso Clearstream, en la primavera boreal de 2006, Sarkozy tiene sospechas de que Villepin y el ex responsable de Informaciones Generales (IG, el servicio de inteligencia de la policí­a), Yves Bertrand, miembro activo de un «gabinete en la sombra», estaban decididos a impedirle que llegara a la presidencia.

Villepin defendió su honor a rajatabla. «No cederé ante los juegos del rumor y la calumnia», afirmó este polí­tico que llegó hasta anunciar personalmente en julio de 2007 que habí­a sido citado por los jueces.

La victoria de Sarkozy en las elecciones presidenciales de 2007 no puso fin al enfrentamiento. Omnipresente en los medios de comunicación, Villepin afirma que su rival se vale de su calidad de jefe de Estado para presionar a la justicia y asegurarse de que será condenado.