Vigencia y perduración de la marimba


A partir del lunes, entramos al llamado «Mes de la patria», motivo que alimenta la eterna pregunta sobre nuestra nacionalidad. De esa cuenta, también se ha establecido, desde hace algunos años, implementar el «Mes de la marimba», con el Festival Paiz de la Marimba, el cual dará inicio el próximo sábado. Previo a ello, entremos a revisar sobre este al que hemos nombrado como instrumento nacional, recordar sus orí­genes y su evolución, y sus posibilidades ante un mundo que gusta de la globalización de sus referentes culturales.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Orí­genes

Según se acepta actualmente, el germen de la marimba no dio inicio en Guatemala, pese a que hay varias personas y teorí­as que se han empeñado en intentar demostrarlo. Esto con un afán «nacionalista» que considera, en una falsa concepción, que el instrumento nacional será más nuestro si nació en la época precolombina en nuestro territorio.

La tesis más aceptada, hoy dí­a, es la dictaminada por la eminencia musical Lester Godí­nez, quien a través de la descripción musicológica de la marimba, logra establecer diferentes fuentes para llegar a su actual desarrollo.

En primer lugar, el principio de ejecución de la marimba, es decir el de golpear o percutir teclas o tablillas sucesivas, proviene de ífrica, que, a su vez, pudo haberlo adoptado de Asia. De la misma forma, el origen de la palabra «marimba» es una voz africana de la lengua bantú.

El sistema musical adoptado, a su vez, fue un aporte de Europa, ya que la marimba actual adoptó la disposición parecida a los órganos o pianos, que divide el teclado en octavas, con trece medios tonos.

Mesoamérica, por su parte, aporta los materiales de su construcción. Otros instrumentos parecidos de origen africano y asiático, no se construyen con el hormigo, madera que le ofrece una dulzura particular a nuestro instrumento.

Pero no por no ser un invento eminentemente guatemalteco, la marimba deja de ser guatemalteca. Como se mencionó, un tinte nacionalista ha intentado defender esa posibilidad, pero no por ello es correcto.

De hecho, como se recordará, nuestra sociedad está construida por diferentes estratos culturales, que se han mezclado, transculturizado o imitados, hasta llegar a ser nuestros, tal como lo es el tamal o nuestra particular forma de hablar.

La marimba se desarrolla en nuestra región, en lo que antes se conocí­a como Reino de Guatemala, que abarcaba desde Chiapas hasta Costa Rica. Es ocioso establecerle fronteras a la marimba, en una región donde antes no habí­a las fronteras que hoy limitan nuestras naciones.

Lo cierto es que la marimba, formalmente conocida como tal, aparece, sin saberse la fecha exacta, en Mesoamérica, antes del 13 de noviembre de 1680, fecha en que por primera vez se menciona en un documento. Antes de ese dí­a, se desconoce cuándo nació formalmente, eso sin tomar en cuenta que los instrumentos musicales no son personas a quienes se les levanta una partida de nacimiento.

Lo cierto es que antes de la venida de los españoles, no existí­a una cosa tal como la marimba. Además, se debe establecer que para el surgimiento de la marimba, se debió esperar el aporte africano, el cual podrí­a suponerse a partir de 1543, cuando viene el primer contingente de negros a la región, y, también, esperar el aporte musicológico de los españoles, que implica que se tuvo que esperar la llegada de los primeros órganos para que se imitara la teorí­a.

A partir de ahí­, el desarrollo de la marimba ha sido impresionante, pues desde la marimba de tecomates, tal vez la primera surgida en la región, se pasó a la marimba simple y luego a la doble, con dos focos de desarrollo: uno en Guatemala y otro en Chiapas. Formalmente, hay diferencias técnicas entre estas dos marimbas, pero básicamente siguen los mismos principios.

Desarrollo de la marimba

Ahora bien, tomando en cuenta sólo el desarrollo de la marimba en Guatemala, ésta, sin duda alguna, logró su desarrollo más espectacular casi a finales del siglo XIX y en la mayor parte del siglo XX.

El llamado «Siglo de Oro de la Marimba» supone una amplia promoción del instrumento, ya que se reconoce que éste habí­a logrado penetrar cada rincón de la patria. Aún hoy dí­a el auge es impresionante, ya que en casi cada fiesta de í­ndole popular, se encuentra un conjunto marimbí­stico.

Regresando al Siglo de Oro, ante el í­mpetu que ofrecí­a la marimba, también surge un grupo de compositores que crearon las hoy llamadas piezas clásicas, y que poco a poco se han ido mezclando con nuestra identidad nacional y hasta posicionarse entre las piezas favoritas del guatemalteco.

«Noche de luna entre ruinas», «El Ferrocarril de los Altos» o «Las chancletas de Nayo Capero», son sólo algunas de las infaltables en una fiesta. Además, otras más ceremoniales también se encuentran entre el gusto de la gente.

En el siglo XX, además, llega el aporte estadounidense a las composiciones de la marimba, con la introducción de los elementos rí­tmicos el fox trot o el charleston, y, especialmente, la introducción de la baterí­a, que debe ser interpretada por un verdadero maestro en el ritmo, ya que su interpretación roza al jazz.

Con ello, la marimba logró adaptarse a un público que pedí­a más del instrumento en las fiestas. Sin embargo, con la llegada de la década de los cincuenta, con el rock and roll, la marimba no podí­a continuar adaptándose, ya que no contaba con las caracterí­sticas fí­sicas para retomarlo, o tal vez el ritmo no le favorecí­a.

Lo cierto es que, poco a poco, empezaron a surgir otros ritmos que impactaban en la gente, y que la marimba no pudo seguir. Ya para los años ochenta, la marimba, acostumbrada a seguir las tendencias de los ritmos extranjeros, habí­a caí­do en una especie de letargo, sobre todo en la composición.

Las piezas clásicas de la marimba siguen tocándose, en parte porque gustan, pero también porque no ha habido mayor renovación en las composiciones. En contraste, se continuaron adaptando nuevos ritmos y canciones, hasta donde se permití­a. El merengue, la salsa y corridos mexicanos, fueron introducidos.

Ya a finales del siglo XX, adaptaciones de «La Macarena» o, más recientemente, «Estos celos» de Vicente Fernández, han sido las opciones de renovar el menú musical de las marimbas, que cada vez más buscan lo bailable, dejando a un lado lo audible.

Nuevas opciones

Pero, para no ser injustos, la marimba continúa siendo un instrumento que sigue atrayendo a los principales teóricos musicales de nuestro paí­s. Músicos académicos de la talla de los heramanos David e Igor de Gandarias, Dieter Lehnhoff, Paulo Alvarado, Lester Godí­nez y Joaquí­n Orellana, han innovado en este instrumento. Por ejemplo, algunos han introducido a la marimba como instrumento solista dentro de orquestas sinfónicas.

Otros, como Joaquí­n Orellana, han dado más proyección a la marimba; éste al crear sus útiles sonoros, que son una especie de instrumentos basados en la teorí­a de la marimba, sólo que con diferentes formas a fin de que ofrezcan sonidos diferentes.

También se ha logrado adaptar piezas de la música clásica occidental para marimba. Este instrumento es el único en todo el mundo que ofrece posibilidad de grupo, además de contener en sí­ misma una amplia gama de sonidos, casi tan grande como la misma orquesta sinfónica, por lo que la adaptación de las piezas clásicas ha sido posible.

Además, habrá que tomar en cuenta la proyección de la marimba en latitudes como Japón y Estados Unidos, en donde ha tenido un desarrollo especial.

«La marimba puede no ser de Guatemala, pero es indudablemente guatemalteca».

Erna Ferguson