Con esta columna de viernes, finalizamos los apuntes que hemos venido pergeñando sobre el insigne compositor impresionista Claudio Debussy.
Esta columna, como todas las actividades de mi vida, están dedicadas a Casiopea, esposa de tul y ámbar, quien es fin del llanto y principio del sueño, ángel que olvidó su eternidad en mis estancias y quien es agua de clara frescura que dejó en mis párpados su dimensión de espuma sideral.
De esta manera, diremos que el problema de encontrar nuevas formas del discurso que reemplazarán los principios básicos de la tonalidad -desarrollo y variación- con nuevos contenidos y nuevas formas expresivas, ocupó a las mejores mentes musicales en las décadas cercanas a 1900. En Alemania y en Austria los procesos presentaron un aspecto fuertemente evolucionista, surgiendo del desarrollo interno de la tradición misma. El mar tiene menos que ver con fugas y sonatas que aun las más radicales composiciones de los vieneses.
Las innovaciones de Debussy, si bien expresadas en gran parte en obras instrumentales, se basaron en cierto grado en las inflexiones especiales y sutiles del lenguaje francés y de su poesía; en el carácter y duración del sonido (en oposición al fuerte acento métrico y rítmico); en la organización fluida y asimétrica del metro, el ritmo, el acento y la frase franceses.
Debussy hizo extensiva esta clase de organización de la frase y el ritmo a todos los aspectos de la música: de este modo las ideas melódicas, armónicas, rítmicas y tímbricas, mezcladas y unificadas de manera esencialmente nueva, se organizan, entonces, alrededor de patrones de sonidos y relaciones y no alrededor de la significación de los mismos dentro de un esquema rítmico.
Contrapuntístico y fraseológico arbitrarios en vez de estarlo por las viejas exigencias del movimiento y la resolución, gobernados por una lógica lineal y tonal.
En Tristán hasta el ultracromatismo y las más extendidas falsas resoluciones están todavía regidas por la ley del movimiento y la expectativa tonales; en Pelléas et Melisande esos criterios ya expresivos y poéticos pueden asimismo interpretarse en términos estrictamente musicales.
Como apuntamos al principio de estos apuntes, por razones de espacio, hemos llegado al final de estos escolios escritos a vuela pluma sobre este insigne músico universal y eterno: Claudio Debussy.
Nueva Guatemala de la Asunción 18 abril 2008