Empieza un año y coincidentemente inicia un gobierno en el que la mayorí­a confió, que tiene la obligación de representar a todos, démosle el beneficio, la fe y el apoyo para que sea capaz de llevar a nuestra querida patria a ser un paí­s mejor que ayer; también hagamos el esfuerzo de pedir y recibir cuentas, qué aciertos y desaciertos produjo el gobierno legí­timamente electo que concluye su mandato en los próximos 12 dí­as.

Al presidente í“scar Berger, al vicepresidente Eduardo Stein, a la totalidad de los integrantes del Gabinete, ministros, secretarios, etc., etc., los emplazo a concurrir al Congreso el dí­a 14 y presentar a través del informe Presidencial que la Constitución establece, la rendición de cuentas de lo hecho y de lo dejado de hacer, que su informe sea el documento que pueda justificar lo que en un momento dado fue su eslogan polí­tico, que con ellos ganarí­a toda Guatemala.

La pica está igual que las banderillas en el lomo del gobierno saliente, ésta es su última y principal oportunidad de dejar constancia de cuáles son los resultados que durante cuatro años de gobierno fueron capaces de plasmar en educación, salud, trabajo, en el área energética y minera, en la recaudación y mejora de la carga tributaria, en la conservación del medio ambiente y de todos y cada uno de los aspectos de los que como gobierno y representantes de la voluntad nacional fueron capaces o no de hacer.

La publicidad como bien lo dijera Joseph Gebels es un arma polí­tica, se puede mentir, engañar que algo queda, pero tarde o temprano la verdad aflora y aun cuando habrá personas como los integrantes de la cúpula económica, que están de luto por no haber logrado se eligiera un gobierno que continuara siéndoles incondicional y a las órdenes de sus deseos y mandatos, por consiguiente, defenderán al gobierno saliente que todos los dí­as los hizo más privilegiados y más ricos, la mayorí­a de los guatemaltecos, de los inmigrantes y de los que viven en los 332 municipios podrán hacer las comparaciones de cual es su realidad, están mejor, están igual o están peor que hace cuatro años.

La responsabilidad de evaluar la gestión pública no es sólo de los medios de comunicación social, es principalmente de los partidos polí­ticos, de los secretarios generales y sus comités ejecutivos, porque el que calla otorga, ninguna persona que ostente esa representatividad interna que le ha otorgado, para bien o para mal, la asamblea general de la organización partidaria que representa, puede quedarse atrás, deben evidenciar su capacidad de análisis, convalidar su liderazgo y señalar con objetividad lo que el gobierno saliente merece como calificativo concreto y especí­fico de su gestión.