El temor a morir puede ser el temor a vivir. En los trastornos de ansiedad con alguna frecuencia se manifiesta el miedo a la muerte, el cual es un criterio diagnóstico de las crisis de pánico. Las personas quedan absortas y paralizadas ante este temor, evitan situaciones y eventos que pueden asumir como peligrosos con la finalidad de protegerse de lo que se asume como una amenaza. Así que la capacidad de realizarse y de disfrute queda ensombrecida.
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En la ansiedad existe el predominio de pensamientos futuristas fatídicos acompañados de la idea de desprotección y falta de auxilio durante el evento temido. Por ejemplo un hombre puede tener el temor de morir de un infarto a su corazón. Así que de manera constante se hace chequear su estado físico, ante un momento de alarma puede sentir características que le son propias a padecimientos cardíacos. Como son la sensación de desvanecimiento, aumento de latidos cardíacos, sensación de sofoco, dolor en brazo y pecho del lado izquierdo.
En el trastorno de ansiedad se observa la necesidad de amparo y de protección de la persona que lo padece. Y esta se visualiza precisamente cuando refiere que tiene miedo a morir y no obtener el auxilio pertinente en el momento necesario.
Las personas dejan de salir solas y se hacen acompañar por alguien más si bien es que continúan su vida diaria. En variadas ocasiones no se desea ni salir de los dinteles de la puerta de entrada de la casa. Esto ocasiona disfuncionalidad en el diario quehacer, las personas colocan en riesgo su vida personal, laboral, familiar y social.
Esta situación produce desasosiego, desesperanza, falta de paz e intranquilidad, que traducido a un solo concepto, produce angustia.
En la vida cotidiana desde que comienza el día se instalan dificultades para realizar las tareas habituales. Por ejemplo: al ir al trabajo; haber dormido bien durante la noche, levantarse temprano, que haya agua, comida, dinero, que la persona y su familia se encuentren con una adecuada salud. Lidiar con el tráfico, los asaltos, los contratiempos y demoras así como el mal talante de algunas personas con quienes ya se tuvo el encuentro. Y por fin, se llega al lugar deseado.
Este tipo de complicaciones generan en el individuo mayor estrés y el manejo de esta situación por un período prolongado conduce al desgaste físico y emocional de la gente. Haciendo proclive el inicio de enfermedades físicas y mentales, entre estas últimas la angustia y su prima hermana la depresión.
La angustia lleva consigo a la desesperanza. Ya no es fácil trabajar, compartir, retozar, sentir asombro, sentir confianza, se ha dejado todo atrás y lo esperable se imagina deplorable.
El dolor se constituye por la falta de paz y el sentimiento de estar próximo a morir. Los acuerdos explícitos e implícitos de la persona con su existencia no se están cumpliendo. Por lo que la vida le debe y ella de manera posible también se considere en deuda con su propia existencia.
Es relevante apreciar los síntomas de ansiedad de manera pronta con la finalidad de establecer una impresión diagnóstica y con ello establecer un tratamiento adecuado.
El abordaje psiquiátrico de los trastornos de ansiedad amerita el uso de fármacos, psicoterapia, técnicas de auto cuidado personal (administración del tiempo y dinero, técnicas de relajación, aprendizaje del manejo de emociones y de la solución de problemas y en la actualidad podemos incluir a las medidas de seguridad).