En pocas horas el pueblo salvadoreño será partícipe de las elecciones para la Presidencia y Vicepresidencia de ese país, en las que se prevé la victoria del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) liderado por Mauricio Funes, contra la oficialista y ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), encabezada por Rodrigo ívila.
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A lo largo del proceso preelectoral, cientos de periodistas, columnistas y ciudadanos democráticos y comprometidos con la verdad publicaron las «crónicas de una victoria anunciada», basados más que en las encuestas (muchas veces manipuladas y tendenciosas a incidir en la intención de voto de los «indecisos), en el clamor popular de los salvadoreños sobre un país más seguro y menos desigual.
No resulta difícil comprender por qué las encuestas apuntaron desde el inicio que la mayoría de votantes en El Salvador se inclina hacia el proyecto de equidad y dignidad del pueblo salvadoreño propuesto por Funes, contra una minoría interesada en continuar y con la ya larga dictadura de la ultraderecha de ARENA, que desde 1989 ha reproducido un sistema al servicio del imperialismo estadounidense y, por ende, de absoluta desigualdad que se aleja de las necesidades del pueblo salvadoreño.
Por citar un ejemplo en el tema de seguridad, que tanta atención ha acaparado en los países de la región centroamericana, la propuesta de ARENA lleva implícita la continuidad a la política de la aplicación de mano dura, lo que ha generado tanta represión principalmente contra la juventud y adolescencia en riesgo de delinquir.
El documento Mitos y realidades sobre la criminalidad en América Latina cita un informe de USAID que detalla que en El Salvador se intentó encarar el crecimiento de las maras con leyes de Mano Dura en 2003 y de Supermano Dura en agosto de 2004, y que con esta última se arrestaron a más de 11 mil miembros de pandillas en un año, sin embargo, el número de homicidios se incrementó: 2.172 crímenes contra la vida en 2003, 2.762 en 2004, y 3.825 en 2005; años con ARENA al frente del gobierno.
En ese marco, para un buen número de salvadoreños resultará contraproducente votar por ívila, candidato de ARENA, quien antes de ser presidenciable del oficialismo fue director de la Policía de El Salvador durante un período en el que repuntó la violencia (Léase asesinato de diputados salvadoreños al Parlacen en Guatemala), además, ha sido señalado en su país de tener vínculos con el crimen organizado.
Al contrario de la anterior, la propuesta de Funes en ese tema apunta hacia una seguridad democrática alejada por ende de la visión estadounidense sobre ese tema también adoptada por ARENA todos estos años.
En todo caso, la anunciada victoria del FMLN representará algo más que el triunfo de un «nuevo partido» al frente de ese país. La victoria roja en El Salvador será para los ciudadanos y ciudadanas conscientes de la necesidad de generar cambios sociales a favor de las mayorías e iniciar así la construcción de una sociedad más justa en ese país y que sin duda se reflejará en la región centroamericana. La victoria es del pueblo salvadoreño, a quienes enviamos un abrazo solidario y combativo.