Los abogados de las víctimas de los jemeres rojos acusaron hoy al torturador de la prisión de Tuol Sleng, en Pnom Penh, de falsificar la historia y de mentir al tribunal, al minimizar su papel en la tortura y ejecución de unas 15.000 personas entre 1975 y 1979.
El acusado, Kaing Guek Eav, llamado Douch, de 67 años de edad, es juzgado por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad durante el tiempo en que dirigió la siniestra prisión de Tuol Sleng denominada S-21.
Al empezar una semana decisiva del proceso, antes de la deliberación que durará meses, los abogados de los demandantes consideraron que las confesiones del acusado son incompletas, mentirosas y calculadas.
«No es Schindler quien está ante nosotros, no es un hombre que ha tratado de limitar los sufrimientos», sostuvo el abogado Karim Khan, aludiendo al empresario alemán que salvó a mil judíos durante el Holocausto.
Douch, «por el contrario, hacía su trabajo con dedicación», agregó.
De los cinco jerarcas del régimen jemer hoy detenidos, Douch es el primero en ser juzgado y el único que colaboró con la justicia durante el proceso.
Pero en sus declaraciones sostiene que actuó siempre por miedo a que lo mataran, y negó el papel político que la fiscalía le atribuye en el régimen jemer.
«La cooperación con el tribunal y sus supuestas fieles confesiones son incompletas», estimó Kong Pisey, otro abogado de víctimas. «La estrategia de defensa del acusado de negar toda implicación personal en la tortura y los asesinatos es un fracaso».
El tribunal presentó pruebas irrefutables de la responsabilidad de Douch, celoso servidor del proyecto de sociedad delirante del régimen de Pol Pot, que llevó a la muerte a dos millones de personas, es decir una cuarta parte de la población de Camboya.
Los jueces se basaron en los archivos jemeres, en testimonios de expertos, de supervivientes y de testigos, que demuestran la tortura sistemática aplicada en Tuol Sleng, desde donde los supliciados eran llevados a Choeung Ek, cerca de Pnom Penh, para ser asesinados.
La defensa del acusado alega que sus confesiones son sinceras y trata de evitar que sea condenado a la pena máxima, la prisión perpetua.
Pero el lunes los abogados de las víctimas describieron a un hombre que nunca cesó de buscar la aprobación de sus superiores y cuyo celo en la prisión tuvo efectos desastrosos para la política de todo el régimen jemer rojo.
«La campaña de terror y de tortura que el acusado llevó a cabo en S-21 acarreó evidentemente un aumento de la paranoia en los escalones superiores» del poder, argumentaron, desestimando la imagen de un simple ejecutante sin poder político.
El proceso continuará el martes con el alegato de la fiscalía, al que seguirá el de la defensa. El veredicto será pronunciado en los primeros meses de 2010.