La Vicepresidencia de la República es un puesto de mucho más trascendencia en Guatemala que en cualquier otro país de Latinoamérica, ya que la Constitución de la República le asigna, entre sus funciones, las de coadyuvar con el Presidente, en la dirección de la política general de gobierno. Además, en nuestro sistema de gobierno, el Vicepresidente reemplaza al mandatario como Presidente en funciones y Comandante en Jefe del Ejército cada vez que sale del territorio nacional, adquiriendo todas las obligaciones y derechos que conlleva el cargo de Presidente de la República.
Goza de iguales inmunidades que el Presidente y tiene en el orden jerárquico del Estado, el grado inmediato inferior al de dicho funcionario. Al aspirar al cargo debe llenar las mismas condiciones que se le requieren al candidato presidencial, de ahí la importancia de que se conozca quiénes son y de dónde provienen.
Rafael Espada, Unidad Nacional de la Esperanza; Ricardo Castillo Sinibaldi, Partido Patriota; Alfredo Vila, Gran Alianza Nacional; Haroldo Quej, Frente Republicano Guatemalteco; Enrique Godoy, Partido Unionista y Walda Barrios por URNG-Maiz, han sido proclamados como candidatos vicepresidenciales en sus respectivas asambleas generales.
El sector privado, no renuncia al poder
Según Hellen Mack, presidenta de la Fundación Myrna Mack, a excepción de Quej y Barrios, todos provienen del sector empresarial. Esto, tiene dos interpretaciones: los empresarios buscan mantener el control del área económica, social y de seguridad del país, toda vez que el Vicepresidente coordina esos gabinetes; además, quieren demostrar «supuestamente» que son eficientes y eficaces. La segunda interpretación podría radicar en que se busca crear una imagen de inclusión, de inclinación social y empresarial, de ahí la participación de Haroldo Quej en el FRG, agrega.
Esas nominaciones, según Ricardo Rosales, ex comandante de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG, reflejan que el conjunto de partidos que participa en la contienda es de carácter conservador, ligado a los intereses económicos más poderosos del país.
«Las designaciones vicepresidenciales corresponden a distintos grupos empresariales, entre quienes no hay contradicciones de fondo sino pequeñas discrepancias de cómo ejercer la función pública, de manera que esto viene a confirmar una mayor derechización de las propuestas presidenciales», sostiene.
Sin embargo, el sociólogo Héctor Rosada, considera que los vicepresidenciales Vila, Quej y Godoy son la expresión de la experiencia y arraigo partidario. La nominación de los dos primeros corresponde a lealtades internas y a la garantía de la presencia partidaria en la fórmula presidencial.
En el caso de Castillo, Rosada considera que obedece a su marcada y notoria experiencia como gerente público de recursos del Estado. í‰l es capaz de gestionar, construir obra con recursos públicos. De ganar Otto Pérez, Castillo se encargaría de la obra pública, pero tiene una personalidad muy fuerte, sostiene. Unido a ello, Hellen Mack dice que el candidato patriota pertenece al pujante sector de la construcción y es de los más radicales y conservadores representantes del sector privado.
A quien le sorprendió la candidatura del doctor Espada es a Rosada, por el nombre e imagen que tiene a nivel internacional. «No comparto la idea que lo hayan puesto por ser hermano de Carlos Vielmann, porque otro pudo haberse prestado para ser utilizado por el capital organizado; sin embargo, considero que su candidatura puede obedecer a que haya sido muy amigo de Colom o por ser el cardiólogo de la mamá de los dueños de Multiinversiones», asegura.
Mack, sostiene que la política económica y social del país no variará con la mayoría de los candidatos a la vicepresidencia; sin embargo, dice que de ser la Unidad Nacional de la Esperanza la victoriosa, habría cierta modificación, porque se supone que es un partido político en el que existe mayor debate, mayor discusión, aunque su principal debilidad sea el señalamiento de infiltración en su seno del crimen organizado.
Se hacen más visibles
Rosales, recuerda que la participación del sector privado en política empieza a hacerse más visible a partir de la elección de ílvaro Arzú; no se manifiesta mucho durante el período del presidente Alfonso Portillo por las contradicciones que hubo con el sector empresarial, pero ahora con Berger, prácticamente la población sabe que se trata de un gobierno pro-empresarial y esa parece ser la tendencia que se seguirá acentuando con los probables resultados de septiembre próximo».
En cuanto a Rigoberta Menchú, dice que de concretarse la candidatura de Montenegro, como su compañera de fórmula, sólo vendría a confirmar su posición cada vez más proclive al empresariado que con su incursión en el gobierno de la GANA ha tenido. La participación de un ejecutivo de CACIF en el binomio Menchú la ubicaría en el centro-derecha, sin ninguna posibilidad de poder introducir cambios de fondo en la estructura económico social del país.
La izquierda entre la dispersión y atomización
Según Rosales, la izquierda ha entrado en un proceso de acentuación de su dispersión y atomización e incluso ha dejado de ser una alternativa política de poder. Señala que este período es el más difícil y sus posibilidades están reducidas al mínimo, con el riesgo de desaparecer como expresión política institucional, en tanto que el porcentaje de votos que pudiera adquirir es reducido. Ello obedece a que existe demasiada improvisación.